En esta serie de reportajes relacionados con la catequesis para las personas con discapacidades, volvemos la mirada hacia San Pablo quien nos dijo que nuestra actitud debe de ser la de Cristo (Cf. Fil 2:5). En este último artículo de la serie,[i] veremos una gran variedad de condiciones incapacitantes que pueden afectar a los adultos que catequizamos o con quienes compartimos la banca en Misa. La respuesta clave en cada circunstancia es el respeto continuo, auténtico y de corazón.
Dice el Papa Francisco, "En esta época en la que el cuidado del cuerpo se ha convertido en un mito de masas y por tanto en un negocio, lo que es imperfecto debe ser ocultado, porque va en contra de la felicidad y de la tranquilidad de los privilegiados y pone en crisis el modelo imperante."[ii] Se opone a la idea de que "una persona enferma o discapacitada no puede ser feliz, porque es incapaz de realizar el estilo de vida impuesto por la cultura del placer y de la diversión". [iii]
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