Metodología catequética: Una enseñanza llena de gracia
¿Cómo podemos enseñar de una forma que permite manifestarse la naturaleza llena de gracia de la catequesis?
Esta serie trata de métodos catequéticos y estos métodos son sacados de principios pedagógicos. En el pensar de la Iglesia, la pedagogía y la metodología no son lo mismo, sino que son interdependientes. El Directorio General para la Catequesis explica la relación del siguiente modo:
‘En la transmisión de la fe, la Iglesia no tiene de por sí un método propio ni único, sino que, a la luz de la pedagogía de Dios, discierne los métodos de cada época, asume con libertad de espíritu « todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio » (Flp 4,8)’ (DGC 148).
Recién se han explicado los principios de la pedagogía de Dios en la forma de doce ‘llaves’ discernidas desde el Catecismo de la Iglesia Católica y elucidadas en el libro del Catechism of the Catholic Church and the Craft of Catechesis.i [El catecismo de la Iglesia Católica y el arte de la catequesis]. Esta serie sugiere maneras concretas para incorporarlas dentro de los métodos y la práctica catequéticos.
Las ‘llaves’ para una catequesis efectiva tomadas del Catecismo son que la catequesis sea holística, llena de gracia, orgánica, personal, verdadera, atractiva, con firme propósito, fiel, evangelizadora, basada en la Escritura, litúrgica y llena de oración. Los autores del libro ‘desean que los lectores sean conducidos a ver la belleza, la necesidad y lo práctico de los principios catequéticos que se presentan tanto explícita como implícitamente en el Catecismo de la Iglesia Católica. ’’ii Los próximos artículos en esta serie fueron diseñados para animarles a reflexionar de manera crítica sobre los métodos que utilicen a la luz de estas sugerencias con tal de que se aseguren que estas ‘llaves’ sean tejidas dentro de su práctica.
La primera llave que exploraremos en esta serie es la de ‘estar llena de gracia’ – es decir, asegurarse de la primacía de la gracia en nuestra catequesis. Referente a esta llave pedagógica dice el Cardenal Schönborn, ‘Esta elección no es opcional. Es evidente por sí misma. Simplemente corresponde a la realidad: Dios es primero; la gracia es primera.’iii
Al punto: Le pedagogía de Dios y el llamado a la obediencia
Esta crónica especial pretende resaltar algunas de las posturas, preguntas y comentarios complejos que experimentan los catequistas, maestros y papas. Intenta perfilar los conocimientos necesarios para ser fieles a la enseñanza de la Iglesia y que mejor ayudarán a aquellos a quienes enseñamos que nos pidan razón de la esperanza que tenemos. (cf I Peter 3:15)
Vemos cómo podemos imitar la ‘pedagogía divina’ para acoger la Revelación por etapas en nuestra transmisión de la fe a nuestros hijos.
‘El designio divino de la Revelación…comporta una "pedagogía divina" particular: Dios se comunica gradualmente al hombre, lo prepara por etapas para acoger la Revelación sobrenatural que hace de sí mismo y que culminará en la Persona y la misión del Verbo encarnado, Jesucristo.’ (CIC 53 – énfasis mío)
Los niños del último nivel de pre-escolar estaban preparando unos dibujos para hacer un friso para la pared; estaban ilustrando el verso infantil, ‘Humpty Dumpty’.
‘Pinta a Humpty Dumpty, Luisa,’ dijo la maestra, al entregar a cada niño una gran hoja de papel, ‘Y tú, pinta uno de los hombres del rey, Joaquín; y Débora, pinta un caballo. Miguelito, pinta la pared.’
Quien haya pasado tiempo con niños chiquitos sabe cómo resultó. Al conserje no le pareció gracioso y nunca se logró quitar toda la pintura de la pared. Sin embargo, Miguelito no había sido desobediente – fue sencillamente su comprensión que no estaba a la altura de la tarea. Hizo lo que se le pedía por ciega obediencia.
Al mirar la manera en que Dios se nos revela poco a poco, y a lo que se esperaba de nosotros con nuestra respuesta, quisiera destacar paralelos con la transmisión de la Fe hoy en día, e intentar mostrar cómo tenemos que regular y graduar nuestra enseñanza de la Revelación, así como nuestras expectativas de respuestas a esa Revelación. A identificar cómo nuestras respuestas a la revelación de Dos nos ayudan a edificar sobre lo que ya pasó, espero acercarme a la identificación de lo que sería una respuesta apropiada a lo que la revelación de Dios puede significar para nosotros y para nuestros hijos.
La pedagogía de Dios, 1a Parte
En el núcleo mismo del documento más reciente sobre la catequesis de la Iglesia Universal, el Directorio General para la catequesis (DGC), publicado en 1997, está el concepto de ‘la pedagogía de Dios’. ¿Qué significa esta frase, y porqué tiene tanta importancia?[i]
Veremos que da la clave para comprender la naturaleza y el carácter específicos de la catequesis de acuerdo a lamente y al corazón de la Iglesia, y especialmente para conectar el contenido de lo que se enseña al cómo se enseña, y para unir el trabajo del catequista a la obra de la Santísima Trinidad en la catequesis. La ‘pedagogía de Dios’ no es tanto una teoría de la educación o siquiera un conjunto de principios para guiarnos. Más bien, esta sección central del Directorio nos recuerda enfocar la acción y la obra de Dios quien es el Pedagogo, formando y transformando a quienes enseñamos, atrayéndolos hacia Sí por medio de une especie única de disciplina educativa.
Este artículo expone la enseñanza del DGC (137-147) sobre esta área para resaltar los rasgos principales de la pedagogía de Dios.
Dios es el Pedagogo, y catequizamos atentos a sus designios.
Metodología catequética: Enseñar holísticamente
¿Cómo podemos asegurar un enfoque holístico en nuestra catequesis?
Este es el segundo artículo en la serie que trata de métodos catequéticos: métodos derivados de principios pedagógicos.
Para recordarnos del propósito de esta serie: los principios de la pedagogía de Dios se explicaron recientemente en la forma de doce ‘claves’ descifradas del Catecismo de la Iglesia Católica y aclaradas en el libro el Catechism of the Catholic Church and the Craft of Catechesis (Catecismo de la Iglesia Católica y el Arte de la Catequesis). [i] Esta serie sugiere modos concretos para plasmarlos en la práctica y en métodos catequéticos.
La primera clave que exploramos en esta serie fue la de ‘estar lleno de gracia’ – es decir, asegurar la primacía de la gracia en su catequesis. La segunda clave es la ‘plenitud’, o una catequesis que se dirige a cada una de las ‘cuatro dimensiones fundamentales de la vida cristiana’.[ii] Somos llamados a transmitir el tesoro de la fe ‘de generación en generación, anunciando la fe, viviéndola en la comunión fraterna y celebrándola en la liturgia y en la oración’. [iii] ‘El Catecismo nos pide aprender y enseñar holísticamente, toda la fe para toda la persona’. [iv]
Esto nos indica que nuestros programas catequéticos y luego cada una de nuestras sesiones deben de diseñarse y planearse de tal modo que integren los cuatro aspectos de la fe (la doctrina, los sacramentos, la moral y la oración) con el fin de nutrir siempre las cuatro dimensiones de la vida cristiana.
Este artículo en particular sirve simplemente como introducción a los artículos que seguirán en esta misma serie: uno para tratar cada una de las cuatro dimensiones, ofreciendo más detalles específicos.
Nuestras sesiones catequéticas deben de diseñarse y planearse de tal modo que integren las cuatro dimensiones de la fe.
Catechetical Methodology: Teaching Holistically
This is the second article in the series on catechetical methods, methods which are drawn from pedagogical principles.
To remind ourselves of the purpose of this series: the principles of the pedagogy of God have recently been explained in the form of twelve ‘keys’ discerned from the Catechism of the Catholic Church and elucidated in the book, Catechism of the Catholic Church and the Craft of Catechesis.[i] This series suggests concrete ways of incarnating these in catechetical methods and practice.
The first key we explored in this series was that of ‘gracefulness’ - that is, ensuring the primacy of grace in one’s catechesis. The second key is ‘wholeness’, or a catechesis that addresses all ‘four dimensions of the Christian life’.[ii] We are called to hand on the treasure of the faith ‘from generation to generation, by professing the faith, by living it in fraternal sharing, and by celebrating it in liturgy and prayer’.[iii] ‘The Catechism calls upon us to learn and to teach holistically, the whole faith for the whole person’.[iv]
This indicates to us that our catechetical programmes and individual sessions are to be designed and planned in such a way that all four aspects of the faith (doctrine, sacraments, morals and prayer) are integrated into them so that the four dimensions of the Christian life are always nourished.
This particular article will serve simply as an introduction to further articles in this series that will come later, one on each of the four dimensions, offering further specific details.
Our catechetical sessions are to be designed and planned so that all four dimensions of the faith are integrated into them.
The Pedagogy of God, Part 1
At the very centre of the universal Church’s most recent document on catechesis, the General Directory for Catechesis (GDC), issued in 1997, lies the notion of ‘the pedagogy of God’. What does this phrase mean, and why is it so important?[i]
We will see that it provides the key for understanding the specific nature and character of catechesis according to the mind and heart of the Church, and especially for the linking of the content of what is taught to how we teach, and for linking the work of the catechist to the work of the Blessed Trinity in catechesis. The ‘pedagogy of God’ is not so much a theory of education or even a set of principles to guide us. Rather, this central section of the Directory reminds us to focus on the action and work of God who is the Pedagogue, forming and transforming those whom we teach, drawing them to himself through a unique kind of educational discipline.
This article will expound the teaching of the GDC (137-147) on this area so as to draw out the main features of the pedagogy of God.
God is the Pedagogue, and we catechise attentive to his ways.
On the Spot: God's Pedagogy and the Call to Obedience
This feature aims to highlight some of the complex positions, questions and comments experienced by Catechists, teachers and parents. It tries to outline the knowledge necessary to be faithful to Church teaching and which will best help those we teach who call us to account for the hope that is in us. (cf I Peter 3:15)
We look at how we can imitate the ‘divine pedagogy’ of welcoming revelation by stages in our handing on the faith to our children.
‘The divine plan of Revelation….involves a specific divine pedagogy: God communicates himself to man gradually. He prepares him to welcome by stages the supernatural Revelation that is to culminate in the person and mission of the incarnate Word, Jesus Christ.’ (CCC 53 my emphasis)
The children in the top infant class were preparing some pictures to make a wall frieze; they were illustrating the nursery rhyme, ‘Humpty Dumpty’.
‘You paint Humpty Dumpty, Louisa,’ said the teacher, handing each child a large sheet of paper, ‘And you paint one of the King’s men, Jack; and Debbie, you paint a horse. Mickey, you paint the wall.’
Anyone who has spent time with small children will know how that turned out. The caretaker was not pleased and the paint never really came off the wall completely. But Mickey had not been disobedient – it was simply his understanding that was not up to the task. He did what was asked of him in blind obedience.
In looking at God’s way of revealing himself gradually to us, and at what was expected by way of our response, I want to draw out the parallels with passing on the Faith today, and try to show how we need to regulate and graduate our teaching on revelation, as well as our expectations of responses to that revelation. In identifying how our responses to God’s revelation help us to build on what has gone before, I hope to come closer to identifying what an appropriate response to God’s revelation might mean for us and for our children.
Catechetical Methodology: Teaching Personally
How do we ensure that we practise a ‘personal pedagogy’?
We are aware that doctrine and its transmission is essentially personal. We ground catechesis in the living foundational realities of the faith, handing ourselves over to serve the transmission of Christ and his message. What do we mean by a ‘personal pedagogy’? A pedagogy that is personal is one that focuses principally and appropriately on the persons involved, each in their own way.
Catechesis has to do principally with persons. Persons are central to the work of catechesis. It sounds obvious, but is nonetheless worth taking time to think through so that we can begin to understand what kinds of implications this has.
All spiritual beings are persons. God himself is Personal, in fact a Trinity of Persons. Angels are persons, also. We human beings are both corporeal and spiritual, and therefore we are also persons. People in the bible and saints in history are persons. (Animals are not!) Catholic doctrine, therefore, is deeply and essentially personal.
Let’s put this same point in another way. Catholic doctrine is personal because truth is a Person; truth is the Person of Christ. We human beings are made in the image and likeness of the One who is the image of God, the One who is a Person of the Trinity. Therefore, we are created as persons.
There are several challenges here for us as catechists. In the first place the challenge is to teach doctrine in such a way that participants know that they are being introduced to persons. Then secondly, the pedagogy we use must serve the truth that all of the participants in catechetical sessions are persons. Thirdly, we can recognise that the personal nature of catechesis touches deeply and intimately on our own spiritual lives.
Catechizing Cradle Catholics
Lani Bogart encourages catechists to model and explain the powers and capacities available to the Baptized.
Sometimes I puzzle over the lives of cradle Catholics who are repeatedly drawn back to the sacraments of the Church over the course of many years, yet seem to lack an understanding that Christ came to lead them, personally, to an intimate life of love in the Father and with the Holy Spirit. What is it, I wonder, that keeps them coming back?
I imagine within each one a hearth where the fire of God’s love is kindled. Sparks flare during the big moments of life: a wedding, the birth of a child, a tragic relationship, the death of a loved one. At such times not just a flame burns, but a respectable fire. As time passes, they appear content to allow the flame to lie dormant under a heap of ashes; yet, they are unwilling to entirely extinguish it. In cold, dark moments they return to the hearth and stir the coals into flame.
How can we help cradle Catholics be more aware of the graces at their disposal? How can we help them understand that all of life is meant to be lived in the light and warmth of that fire? How can we help them tend the fire of God’s love in their hearts?
Catechetical Methodology: Scriptural Catechesis
The presentation of doctrine must be biblical and liturgical.
In the fourth article in this series we wrote about how to ensure that the presentation of doctrine be liturgical. This fifth article forms a diptych with the fourth (a second half hinged to the first), that is, the presentation of doctrine must also be scriptural. Scripture and Tradition - of which liturgy forms a major part - are the two panels of the diptych that are distinct but should not be separated.