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Practically Speaking: Catechizing on Creation

“No one likes to be called stupid.” This statement spoken to me by a parish catechist attending a seminar I was presenting on The Story of Salvation provided me with a moment of clarity and grace. This catechist was hoping I could provide a way to speak about the accounts of Creation in Genesis that would deliver the truth without “looking stupid”. I had made the catechetical points and the catechist had accepted and acknowledged these. The question was not the faith of the catechist or her own assent to that faith. Neither did the question reflect timidity in proclaiming the Good News. The question was addressing the aspect of catechesis that is very real and perhaps the most daunting; how is the truth delivered to a culture which rejects the basic premise proposed? Perhaps even more to the point: how does a catechist respond, especially in areas where, in popular opinion, science or research seems to disprove, or at least test the credibility of the Word of God. When creation is proposed for belief, the response of the listener often contains terms such as “myth”, “story”, “childish”, “naïve” or just plain “stupid”. And no one likes to be called stupid.

Does a catechist need to know the scientific theories on evolution, quantum physics or genetics? Is it enough to understand how to read Sacred Scripture and that the account of creation was never meant to provide a scientific or even historical explanation of the origin of creation, including man? Perhaps we are not asking the right questions. The question to be addressed is whether the catechist has the confidence to propose the truth in a reasonable and intelligent way. The catechist needs to understand the difference between science and theology and how these two distinct threads of knowing are used in tapestry of God’s design to reveal his truth and glory and our salvation.

Anchor: Foundational Catechesis for the New Evangelisation

“After doing session 2 of Anchor on sin and forgiveness, a participant has decided to go to Confession. She hasn’t been for 20 years.” This was reported last month by a catechist who, together with a group of parishioners, leads the Anchor course in her parish as a formation for parents of children preparing for their first Holy Communion. The parents are prepared alongside the children, equipped to provide answers and a Faith environment at home that will allow the gift of God to take root and flourish in the children’s lives, by first taking root in their own lives. Preparation for the sacraments is a unique moment for evangelisation and catechesis, for children and parents alike.

Come, follow me: First Proclamation and Children's Catechesis

“Mummy, what is that?” This is a question we often hear in the street or supermarket as we go about in our religious habit. The child is pointing at us and the mother doesn’t know what to answer. This family may come from a Catholic background, or the child may attend a Catholic school (1 in 10 in the UK). Yet children in the Western world are now generally far removed from any superficial layer of Christian culture that may have been handed down in previous generations.

Hence we face a challenge in children catechesis: can children be prepared for the Sacraments in Catholic schools and parishes when neither themselves nor their family have been evangelised? Are their dignity and freedom respected? How can catechesis integrate first proclamation?

A model of integration of first proclamation and catechesis is found in Come, follow me, a catechetical programme for children aged 7 to 11, specifically designed by members of Notre Dame de Vie Institute in France for the types of ecclesial situations we are facing.

Metodología catequética: la catequesis Bíblica

La presentación de la doctrina debe de ser bíblica y litúrgica.

En el cuarto artículo de esta serie escribimos acerca de cómo asegurar que la presentación de la doctrina sea litúrgica. Este quinto artículo forma un díptico junto con el cuarto (una segunda mitad conectada con bisagra a la primera), es decir, la presentación de la doctrina debe también de ser bíblica. La Escritura y la Tradición – de las cuales la liturgia forma gran parte son los dos paneles del díptico que son distintos pero que no deben de ser separados.

La tarea primaria de la catequesis es de transmitir la Palabra de Dios, llamada a veces el ‘Evangelio de Cristo’. A menudo se entiende por ‘Palabra de Dios’ la sola Escritura, mientras que de hecho la Iglesia se refiere, mucho más plenamente, a la Persona entera de Cristo quien es la Palabra del Padre. Es Él quien es el Evangelio, la Buena Nueva. Es tan importante conservar la unidad de la Escritura y la Tradición que cuando se enseña desde la Escritura, es también provechoso considerar al Catecismo, y conversamente, cuando se enseña desde el Catecismo, también se debe de desarrollar el hábito de recurrir a la Escritura. i

Concretamente, entonces, se debe de cuidarse de usar un enfoque que utiliza o el Catecismo solo o la Escritura sola. Si en tu sesión, quieres referirte a un pasaje de las Escrituras durante tus enseñanzas, asegúrate de relacionarlo con un punto de la doctrina de la Iglesia. Si en tu sesión deseas referirte a un pasaje del Catecismo, asegúrate de relacionarlo con un pasaje de la Biblia.

Metodología catequética: Catequesis litúrgica

¿Cómo podemos asegurar que demos un enfoque litúrgico a nuestra catequesis?

El corazón de lo que quiere decir la Iglesia con el término de catequesis litúrgica es que procedamos desde ‘lo visible a lo invisible, del signo a lo significado, de los "sacramentos" a los "misterios"’ (CIC 1075). ¡Este es el secreto de toda catequesis litúrgica! La liturgia, en fin de cuenta, permite un encuentro espiritual con Cristo Nuestro Señor – y es la razón por la cual la liturgia se describe como ‘la cumbre a la que tiende la acción de la Iglesia’ (CIC 1074).

Podríamos decir que la catequesis litúrgica tiene tres aspectos:

Primero, está la preparación catequética para la liturgia: podemos llamarla ‘la enseñanza para el Rito’. Catequizamos acerca de la liturgia para que la gente sepa qué esperar, para enseñarles el sentido de lo que verán y experimentarán.
Segundo, está la catequesis que sucede a través de la liturgia misma: Cristo y su Novia nos instruyen por medio de la liturgia, iluminando nuestra mente y nuestro corazón.
Tercero, hay una catequesis que sigue desde la gracia de la liturgia: ésta se llama ‘mistagogia’.
El enfoque de este artículo está sobre la primera de estas tres – estamos buscando cómo catequizar para preparar la gente para la liturgia. También damos sugerencias concretas sobre cómo proporcionar oportunidades para aquellos que están siendo catequizados para que experimenten más la liturgia, y así puedan ser catequizados por la liturgia misma. Para esto, tiene que haber un compromiso por integrar a las celebraciones litúrgicas a la catequesis para que podamos dar seguimiento a nuestra catequesis con, por ejemplo, la Santa Misa, la bendición, un tiempo de adoración, el Oficio Divino, o un acto de penitencia. Nos aseguramos que la liturgia de la parroquia forme una parte integral del programa catequético. El gran pensador y escritor catequético, Johannes Höfinger escribió:

‘He aquí la razón última y más decisiva del por qué la enseñanza a través del culto es superior a todas las demás formas de enseñanza cristiana: la liturgia da lo que enseña, no solamente presenta el misterio de Cristo de forma concreta: sino que también nos permite participar de forma inmediata en este misterio’.i

Esta es una verdad que podemos reiterar para aquellos a quienes enseñamos – y por supuesto nos ayuda a ver el por qué de la importancia de dar una catequesis sobre la liturgia para que las personas nunca queden sordas y ciegas ante las realidades espirituales que están al corazón de la liturgia.

Metodología catequética: Una enseñanza llena de gracia

¿Cómo podemos enseñar de una forma que permite manifestarse la naturaleza llena de gracia de la catequesis?

Esta serie trata de métodos catequéticos y estos métodos son sacados de principios pedagógicos. En el pensar de la Iglesia, la pedagogía y la metodología no son lo mismo, sino que son interdependientes. El Directorio General para la Catequesis explica la relación del siguiente modo:

‘En la transmisión de la fe, la Iglesia no tiene de por sí un método propio ni único, sino que, a la luz de la pedagogía de Dios, discierne los métodos de cada época, asume con libertad de espíritu « todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio » (Flp 4,8)’ (DGC 148).

Recién se han explicado los principios de la pedagogía de Dios en la forma de doce ‘llaves’ discernidas desde el Catecismo de la Iglesia Católica y elucidadas en el libro del Catechism of the Catholic Church and the Craft of Catechesis.i [El catecismo de la Iglesia Católica y el arte de la catequesis]. Esta serie sugiere maneras concretas para incorporarlas dentro de los métodos y la práctica catequéticos.

Las ‘llaves’ para una catequesis efectiva tomadas del Catecismo son que la catequesis sea holística, llena de gracia, orgánica, personal, verdadera, atractiva, con firme propósito, fiel, evangelizadora, basada en la Escritura, litúrgica y llena de oración. Los autores del libro ‘desean que los lectores sean conducidos a ver la belleza, la necesidad y lo práctico de los principios catequéticos que se presentan tanto explícita como implícitamente en el Catecismo de la Iglesia Católica. ’’ii Los próximos artículos en esta serie fueron diseñados para animarles a reflexionar de manera crítica sobre los métodos que utilicen a la luz de estas sugerencias con tal de que se aseguren que estas ‘llaves’ sean tejidas dentro de su práctica.

La primera llave que exploraremos en esta serie es la de ‘estar llena de gracia’ – es decir, asegurarse de la primacía de la gracia en nuestra catequesis. Referente a esta llave pedagógica dice el Cardenal Schönborn, ‘Esta elección no es opcional. Es evidente por sí misma. Simplemente corresponde a la realidad: Dios es primero; la gracia es primera.’iii

Al punto: Le pedagogía de Dios y el llamado a la obediencia

Esta crónica especial pretende resaltar algunas de las posturas, preguntas y comentarios complejos que experimentan los catequistas, maestros y papas. Intenta perfilar los conocimientos necesarios para ser fieles a la enseñanza de la Iglesia y que mejor ayudarán a aquellos a quienes enseñamos que nos pidan razón de la esperanza que tenemos. (cf I Peter 3:15)

Vemos cómo podemos imitar la ‘pedagogía divina’ para acoger la Revelación por etapas en nuestra transmisión de la fe a nuestros hijos.

‘El designio divino de la Revelación…comporta una "pedagogía divina" particular: Dios se comunica gradualmente al hombre, lo prepara por etapas para acoger la Revelación sobrenatural que hace de sí mismo y que culminará en la Persona y la misión del Verbo encarnado, Jesucristo.’ (CIC 53 – énfasis mío)

Los niños del último nivel de pre-escolar estaban preparando unos dibujos para hacer un friso para la pared; estaban ilustrando el verso infantil, ‘Humpty Dumpty’.

‘Pinta a Humpty Dumpty, Luisa,’ dijo la maestra, al entregar a cada niño una gran hoja de papel, ‘Y tú, pinta uno de los hombres del rey, Joaquín; y Débora, pinta un caballo. Miguelito, pinta la pared.’

Quien haya pasado tiempo con niños chiquitos sabe cómo resultó. Al conserje no le pareció gracioso y nunca se logró quitar toda la pintura de la pared. Sin embargo, Miguelito no había sido desobediente – fue sencillamente su comprensión que no estaba a la altura de la tarea. Hizo lo que se le pedía por ciega obediencia.

Al mirar la manera en que Dios se nos revela poco a poco, y a lo que se esperaba de nosotros con nuestra respuesta, quisiera destacar paralelos con la transmisión de la Fe hoy en día, e intentar mostrar cómo tenemos que regular y graduar nuestra enseñanza de la Revelación, así como nuestras expectativas de respuestas a esa Revelación. A identificar cómo nuestras respuestas a la revelación de Dos nos ayudan a edificar sobre lo que ya pasó, espero acercarme a la identificación de lo que sería una respuesta apropiada a lo que la revelación de Dios puede significar para nosotros y para nuestros hijos.

La pedagogía de Dios, 1a Parte

En el núcleo mismo del documento más reciente sobre la catequesis de la Iglesia Universal, el Directorio General para la catequesis (DGC), publicado en 1997, está el concepto de ‘la pedagogía de Dios’. ¿Qué significa esta frase, y porqué tiene tanta importancia?[i]

Veremos que da la clave para comprender la naturaleza y el carácter específicos de la catequesis de acuerdo a lamente y al corazón de la Iglesia, y especialmente para conectar el contenido de lo que se enseña al cómo se enseña, y para unir el trabajo del catequista a la obra de la Santísima Trinidad en la catequesis. La ‘pedagogía de Dios’ no es tanto una teoría de la educación o siquiera un conjunto de principios para guiarnos. Más bien, esta sección central del Directorio nos recuerda enfocar la acción y la obra de Dios quien es el Pedagogo, formando y transformando a quienes enseñamos, atrayéndolos hacia Sí por medio de une especie única de disciplina educativa.

Este artículo expone la enseñanza del DGC (137-147) sobre esta área para resaltar los rasgos principales de la pedagogía de Dios.

Dios es el Pedagogo, y catequizamos atentos a sus designios.

Metodología catequética: Enseñar holísticamente

¿Cómo podemos asegurar un enfoque holístico en nuestra catequesis?

Este es el segundo artículo en la serie que trata de métodos catequéticos: métodos derivados de principios pedagógicos.

Para recordarnos del propósito de esta serie: los principios de la pedagogía de Dios se explicaron recientemente en la forma de doce ‘claves’ descifradas del Catecismo de la Iglesia Católica y aclaradas en el libro el Catechism of the Catholic Church and the Craft of Catechesis (Catecismo de la Iglesia Católica y el Arte de la Catequesis). [i] Esta serie sugiere modos concretos para plasmarlos en la práctica y en métodos catequéticos.

La primera clave que exploramos en esta serie fue la de ‘estar lleno de gracia’ – es decir, asegurar la primacía de la gracia en su catequesis. La segunda clave es la ‘plenitud’, o una catequesis que se dirige a cada una de las ‘cuatro dimensiones fundamentales de la vida cristiana’.[ii] Somos llamados a transmitir el tesoro de la fe ‘de generación en generación, anunciando la fe, viviéndola en la comunión fraterna y celebrándola en la liturgia y en la oración’. [iii] ‘El Catecismo nos pide aprender y enseñar holísticamente, toda la fe para toda la persona’. [iv]

Esto nos indica que nuestros programas catequéticos y luego cada una de nuestras sesiones deben de diseñarse y planearse de tal modo que integren los cuatro aspectos de la fe (la doctrina, los sacramentos, la moral y la oración) con el fin de nutrir siempre las cuatro dimensiones de la vida cristiana.

Este artículo en particular sirve simplemente como introducción a los artículos que seguirán en esta misma serie: uno para tratar cada una de las cuatro dimensiones, ofreciendo más detalles específicos.

Nuestras sesiones catequéticas deben de diseñarse y planearse de tal modo que integren las cuatro dimensiones de la fe.

Catechetical Methodology: Teaching Holistically

This is the second article in the series on catechetical methods, methods which are drawn from pedagogical principles.

To remind ourselves of the purpose of this series: the principles of the pedagogy of God have recently been explained in the form of twelve ‘keys’ discerned from the Catechism of the Catholic Church and elucidated in the book, Catechism of the Catholic Church and the Craft of Catechesis.[i] This series suggests concrete ways of incarnating these in catechetical methods and practice.

The first key we explored in this series was that of ‘gracefulness’ - that is, ensuring the primacy of grace in one’s catechesis. The second key is ‘wholeness’, or a catechesis that addresses all ‘four dimensions of the Christian life’.[ii] We are called to hand on the treasure of the faith ‘from generation to generation, by professing the faith, by living it in fraternal sharing, and by celebrating it in liturgy and prayer’.[iii] ‘The Catechism calls upon us to learn and to teach holistically, the whole faith for the whole person’.[iv]

This indicates to us that our catechetical programmes and individual sessions are to be designed and planned in such a way that all four aspects of the faith (doctrine, sacraments, morals and prayer) are integrated into them so that the four dimensions of the Christian life are always nourished.

This particular article will serve simply as an introduction to further articles in this series that will come later, one on each of the four dimensions, offering further specific details.

Our catechetical sessions are to be designed and planned so that all four dimensions of the faith are integrated into them.

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