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Forming those who form others

La pedagogía de Dios, 2ª. Parte

Examinamos las implicaciones concretas de una catequesis inspirada por la pedagogía de Dios.

En la última edición de The Sower notamos la centralidad del concepto de la pedagogía de Dios en el Directorio General para la Catequesis. Vemos que el Pedagogo es el mismo Dios y que los catequistas trabajan dentro de la pedagogía de Dios. "La catequesis, en cuanto comunicación de la Revelación divina, se inspira radicalmente en la pedagogía de Dios tal como se realiza en Cristo y en la Iglesia" (DGC 143). Como Pedagogo, la labor de Dios es la de disciplinar, o 'discipular' a su pueblo. En este artículo haremos un examen de las implicaciones concretas de este discipulado de Dios para nuestra labor catequética.

Una catequesis de gracia

El punto central que establece el Directorio General para la Catequesis es que la iniciativa en la catequesis pertenece, por encima de todo, a Dios mismo. La "transmisión del Evangelio por medio de la Iglesia es, ante todo y siempre, obra del Espíritu Santo" (DGC 138). La labor del catequista siempre es la de colaborar, ayudar, preparar, y trabajar con docilidad en la obra mayor del Señor. En verdad podemos tener la certeza de saber que, en la obra catequética, los frutos quedan en las manos del Señor. La fe es siempre un don divino (cf. Mat 16:17; 1 Cor 12:3).

Una catequesis exitosa, por lo tanto, no trata principalmente de aprender conjuntos mayores y mejores de habilidades. El catequista, por consiguiente, pone énfasis en la "iniciativa divina" (DGC 143), evitando toda confusión entre "la acción salvífica de Dios, que es pura gracia, con la acción pedagógica del hombre" (DGC 144). Luego, el DGC añade con cautela: "pero tampoco las contrapone y separa." El catequista no debe de confundirse con Dios - pero tampoco se le debe hacer a un lado. Él, también, por más insignificante que sea en comparación, ¡aún tiene una función que desempeñar! Las habilidades de enseñanza no son irrelevantes, ya que, aunque no podamos por nuestros propios esfuerzos hacer surgir la fe, sí podemos ayudar a los demás a que se preparen para la recepción y la profundización del don de la fe.

Los tres papeles de los catequistas laicos: La vocación del maestro de escuela católica

En 1977, comencé mi carrera como docente en una escuela católica, y de una manera u otra, he estado activo en esta vocación, durante toda mi vida adulta. En cuanto a mi herencia, tengo predecesores inspiradores quienes se empeñaron por establecer un sistema educativo católico en mi país, Australia. Parece que para la Iglesia Católica a lo largo del siglo XIX, una de las labores principales de la evangelización enfocó el establecimiento de escuelas católicas. La estrategia fue la transmisión de la fe situándola en el contexto de una visión educativa global. Esta prioridad se ve reflejada en el número de congregaciones religiosas fundadas durante esa época, las cuales tenían a la enseñanza como objetivo apostólico principal. En parte esto también fue una respuesta al reto de la secularización que iba en aumento, la cual apuntaba a la exclusión, o por lo menos la marginalización, de la enseñanza de la religión en el proyecto que comenzaba a esbozarse de una educación universal obligatoria en las escuelas que operaba el estado. La Iglesia resistía vigorosamente este ataque contra la educación religiosa. El siguiente ejemplo australiano es representativo de los esfuerzos similares que se han llevado a cabo por todo el mundo, incluso en los Estados Unidos de América.

En su Consejo Provincial de 1862, los obispos australianos insistían sobre la naturaleza integrada de la educación católica y se negaron a aceptar la idea de que la educación religiosa fuera puesta en cuarentena, aislada del resto del plan global de estudios, sin la capacidad de influir en otras áreas temáticas:
"Los católicos no creemos que la educación de un niño sea como un objeto mecánico que pueda armarse pieza por pieza. Ahora un bocado de instrucción religiosa, y luego de instrucción seglar - como paquetes independientes. Sostenemos que la materia que se enseña, el profesor y su fe, las normas y las prácticas de la jornada escolar, todo esto se conjuga para producir el resultado que nosotros como Católicos consideramos como educación."

Es más, el Arzobispo Mons. Roger Vaughan de Sídney, el hombre reconocido por la organización del sistema de escuelas católicas australianas, insistía en que la escuela católica no sería exitosa si fuera simplemente un lugar de instrucción; tenía que ser un lugar de santidad. ¡Ahí está la clave! Siempre he comprendido que esto es el corazón de lo que un profesor de una escuela católica debe de estar haciendo: apuntando hacia una relación siempre más profunda con Cristo por medio de la Iglesia, y transmitiendo los frutos de esta búsqueda a sus estudiantes.

Three Roles of Lay Catechists: The Vocation of the Catholic School Teacher

In 1977, I began my work as a teacher in a Catholic school, and I have been involved with this vocation, in one way or another, for the whole of my adult life. For my heritage, I had inspiring predecessors who had worked hard to establish a Catholic educational system in my country of Australia. It seems that a major effort of evangelization for the Catholic Church throughout the nineteenth century was focused on the establishment of Catholic schools. The strategy was to pass on the faith by situating it in the context of an overall educational vision. This priority is reflected in the number of religious orders founded at this time, which had teaching as their main apostolic goal. In part, this was also a response to the rising challenge of secularization, which aimed to exclude, or at least to marginalize, the teaching of religion in the newly developing project of universal compulsory education in schools run by the state. This attack on religious education was vigorously resisted by the Church. The following Australian example is representative of similar efforts throughout the world, including the United States.

At their 1862 Provincial Council, the Australian bishops insisted on the integrated nature of Catholic education and refused to accept the notion that religious education could be quarantined from the overall educational curriculum, with no capacity to influence other subject areas:

"Catholics do not believe that the education of a child is like a thing of mechanism that can be put together bit by bit. Now a morsel of instruction on religion, and then of instruction in secular learning – separate parcels. We hold that the subject taught, the teacher and his faith, the rule and practices of the school day, all combine to produce the result which we Catholics consider to be education."

Moreover, Archbishop Roger Vaughan of Sydney, the man credited with organizing the Australian Catholic school system, insisted that a Catholic school would not be successful if it was simply a place of instruction; it needed to be a place of holiness. Therein was the key! It has always been my understanding that this lies at the very heart of what a teacher in a Catholic school is meant to be doing: striving for an ever deeper relationship with Christ through the Church, and passing on the fruits of this to the students.

La confirmación: una iniciación, no la finalización

Al Sacramento de la Confirmación se refiere a menudo como "un sacramento en busca de una teología", o "un sacramento en busca de sentido" entre los ministros del sacramento. Aunque los documentos catequéticos presenten una consistente teología de la Confirmación, la diversidad en la práctica pastoral de diócesis a diócesis, e incluso de parroquia a parroquia dentro de la misma diócesis, sugiere que el Sacramento de la Confirmación tuviera diferentes sentidos y hasta diferentes teologías. En lugar de esto, propongo que la diversidad en la práctica no es el resultado de una teología variable, sino que se debe a diferentes enfoques pastorales. En su libro, Confirmation: The Baby in Solomon's Court [La confirmación: el bebé en la corte de Salomón], el Pbro. Paul Turner, sacerdote de la Diócesis de la Ciudad de Kansas - San José, Missouri, describe siete modelos de praxis en la tradición cristiana.[i] Utilizando el marco referencial del P. Paul como base para mis reflexiones, he distinguido tres modelos distintos para la práctica pastoral de la Confirmación hoy en día.

El Rito de Iniciación Cristiana para Adultos: En el caso de los catecúmenos adultos, la Confirmación se celebra inmediatamente después del Bautismo, en la misma liturgia. Los niños mayores a siete años deberían de ser incluidos en este modelo. En el caso de candidatos adultos, la Confirmación se celebra con adultos que fueron bautizados como católicos pero que no siguieron con su formación en la fe, o fueron bautizados en alguna otra tradición cristiana y que deseen entrar en plena comunión con la Iglesia Católica.

La Confirmación en el orden restaurado: Algunas diócesis[ii] celebran el Sacramento de la Confirmación antes del de la Eucaristía. Este modelo restaura el orden de la celebración de los Sacramentos de Iniciación al orden que tenía la Iglesia Universal hasta el año 1910.[iii] Aunque varíe la edad de la celebración en cada diócesis, generalmente situándose entre los ocho y los diez años de edad, el orden de la celebración ubica a la Confirmación antes de la Eucaristía.

La Confirmación de Candidatos Adolescentes: El Sacramento de la Confirmación se celebra después de la Primera Eucaristía, en algún momento durante la adolescencia; hay mucha variación en la edad para esta práctica, y generalmente abarca a los jóvenes entre trece y diecisiete años de edad.

Debido a la diversidad en las edades y circunstancias de los candidatos, se utilizan muchos diferentes enfoques hoy en día. Esto presenta retos únicos, entre los cuáles existe una confusión en cuanto a la teología del sacramento.

Confirmation: Initiation Not Completion

The Sacrament of Confirmation is often referred to as “a sacrament in search of a theology” or “a sacrament in search of meaning” among pastoral ministers. Even though the catechetical documents present a consistent theology of confirmation, the diversity in pastoral practice from diocese to diocese, and even from parish to parish within the same diocese, would suggest that the Sacrament of Confirmation has different meanings and even different theologies. Instead, I propose that the diversity in praxis is not the result of a variant theology, but rather of different pastoral approaches.

Reportaje final de la serie: La catequesis para las personas con discapacidades

En esta serie de reportajes relacionados con la catequesis para las personas con discapacidades, volvemos la mirada hacia San Pablo quien nos dijo que nuestra actitud debe de ser la de Cristo (Cf. Fil 2:5). En este último artículo de la serie,[i] veremos una gran variedad de condiciones incapacitantes que pueden afectar a los adultos que catequizamos o con quienes compartimos la banca en Misa. La respuesta clave en cada circunstancia es el respeto continuo, auténtico y de corazón.

Dice el Papa Francisco, "En esta época en la que el cuidado del cuerpo se ha convertido en un mito de masas y por tanto en un negocio, lo que es imperfecto debe ser ocultado, porque va en contra de la felicidad y de la tranquilidad de los privilegiados y pone en crisis el modelo imperante."[ii] Se opone a la idea de que "una persona enferma o discapacitada no puede ser feliz, porque es incapaz de realizar el estilo de vida impuesto por la cultura del placer y de la diversión". [iii]

Miren cómo estos cristianos se aman: La catequesis para personas con un trastorno de espectro autista

El autismo ha captado la atención de muchas personas gracias a los medios masivos de la comunicación, mas sin embargo, perdura mucha ignorancia sobre el tema. La organización, Habla el Autismo (Autism Speaks), afirma:

Trastornos del espectro autista (TEA) y autismo son ambos términos generales para referirse a un grupo de complejos trastornos del desarrollo cerebral. Estos trastornos son caracterizados, en grados variables, por dificultades en la interacción social, la comunicación verbal y no-verbal y comportamientos repetitivos.[1]

Para algunos, su conocimiento del autismo proviene de las películas y de la televisión. En 1988, Dustin Hoffman y Tom Cruise protagonizaron la película Rain Man, que trata de la relación entre dos hermanos. El personaje de Hoffman, Raymond Babbit, es autista con síndrome de savant (que significa sabio en francés), un término que "se refiere a personas con autismo que tienen habilidades extraordinarias que la mayoría de las personas no exhiben"[2]. Este personaje tiene la capacidad para recordar todo lo que ve y oye, aunque no sea capaz de sostener una conversación significativo. En la mente de muchas personas, esta es la cara del autismo, cuando de hecho esto rara vez sucede.

El servicio a los niños con necesidades especiales

En este número, miramos específicamente a la catequesis para niños cuyas edades oscilan entre los cuatro y los trece años. En el próximo número de The Catechetical Review, nos dedicaremos a los jóvenes de la edad típica de la educación media superior juntos con los adultos.

Los niños

En todo nuestro discurso sobre las personas con discapacidades, repetimos continuamente que nuestra actitud debe de ser la de Cristo. En esencia, eso significa que debemos de amar. Jesús amaba a los niños: "Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos" (Mt 19:14). También nos dice: "Les aseguro que si ustedes no cambian y se vuelven como niños, no entrarán en el reino de los cielos" (Mt 18:3).

Podemos prever que tendremos niños con muchas discapacidades diferentes en nuestros programas de catequesis. La discapacidad más común será alguna dificultad cognitiva o retos en la comprensión de la lectura. Muchos de nosotros veremos a un niño que se ubica dentro del espectro del autismo. Puede ser que los catequistas voluntarios quienes tengan muy poca preparación para el manejo de estas necesidades especiales relinchen ante el tener a un niño así en su salón de clases ya que se consideran mal preparados para un reto de esta índole. Esto es comprensivo. Sin embargo, Jesús nos dice que dejemos que los niños vengan a Él. No incluía ningún límite ni reserva. Por consiguiente, hay que asegurarnos que todos los catequistas reciban una capacitación básica en la catequesis de niños con necesidades especiales. Fundamentalmente, sin embargo, los catequistas deben de poseer un gran amor por el Señor y un gran amor por los niños.

Catechesis for Persons with Disabilities: Adults with Disabilities

In this series of articles concerning catechesis for persons with disabilities, we have been looking to St. Paul who told us that our attitude must be that of Christ (cf. Phil 2:5). In this last article of the series,[i] we will look at a wide variety of disabling conditions that may be affecting adults we catechize or with whom we share a pew at Mass. The key response in every circumstance is continuing, authentic, and heart-felt respect.

Pope Francis says, “In an age when care for one’s body has become an obsession and a big business, anything imperfect has to be hidden away, since it threatens the happiness and serenity of the privileged few and endangers the dominant model.” He opposes the idea that persons with disabilities “cannot be happy, since they cannot live the lifestyle held up by the culture of pleasure and entertainment.”[ii]

So what does this mean for us on a practical level? Initially, we must remember that a person is a person, no matter the age, condition, or disability. Then we must take into consideration the disability itself, as well as the age of onset and the cause of the disability, and what the future may hold for the person.

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