¿Estamos comunicando nuestro amor por lo jóvenes y jóvenes adultos en maneras que ellos pueden entender?
Había un muchacho en mi grupo juvenil, llamémosle David, quien me dijo que sus papás no lo amaban. ‘Me meten en cada actividad para que nunca me tengan que ver; cuando estoy en casa ambos trabajan, y cuando me frustro con ellos, me dan un regalo –¡como si me pudieran sobornar!’ Sin embargo, sus papás tenían una perspectiva totalmente distinta: ‘Lo llevamos en auto a todas partes para que se pueda divertir en la escuela, trabajamos dos empleos para asegurar que cumplamos con todas sus necesidades, ¡y hasta le compramos regales caros para que sepa cuánto lo queremos!’
Me sentí como el carcelero del clásico del cine, Cool Hand Luke, cuando les dije, ‘Lo que tenemos aquí es un fracaso en la comunicación.’
San Juan Bosco, el santo patrón de la pastoral juvenil, dijo que es importante ‘no solamente que los muchachos sean amados, sino que ellos sepan que son amados.’0 No me cabe la menor duda de que los que trabajamos con los jóvenes los amamos de verdad (no lo hacemos por el dinero). Pero, ¿lo saben ellos? ¿Estamos comunicando nuestro amor por ellos de manera que ellos lo comprendan?
El amor debe de comunicarse no solo entre padre e hijo, sino también entre el catequista y la persona que recibe la fe. ‘Si la necesidad emocional de amor que tiene el niño no ha sido satisfecho, entonces la idea teológica de un Dios amoroso tendrá poco sentido para el adolescente.’ii
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