La columna ‘Bajo fuego’ tiene como objetivo resaltar algunas de las posturas, preguntas y comentarios complejos que experimentan los catequistas, maestros y padres de familia. Intenta bosquejar la información necesaria para ser fieles a la enseñanza de la Iglesia y que mejor ayudará a aquellos a quienes enseñamos y quienes nos piden dar la razón de la esperanza que hay en nosotros [cf 1 Pedro 3, 15]. En esta ocasión, veremos cómo podemos hacer mejor uso del cuestionamiento para acercar a nuestros alumnos, estudiantes y catequizandos a la Persona de Jesús.
“El catequista es un educador que facilita la maduración de la fe que el catecúmeno o el catequizando realiza con la ayuda del Espíritu Santo” (DGC 244).
Los chiquillos del salón de los niños más jóvenes de la escuela católica local habían estado aprendiendo acerca de cuando Jesús se quedó atrás en Jerusalén al tener doce años de edad, y de cómo María y José lo buscaban con gran ansiedad hasta que lo encontraron en el Templo. El enfoque principal de la sesión fue sobre la pregunta, “¿Cómo crees que se sentía Jesús cuando estaba perdido en el Templo?” Los niños de cinco años de edad se acurrucaban más cerca los unos de los otros, uno o dos de ellos aun chupándose los dedos o jugándose el cabello para consolarse. Ellos sabían cómo se hubieron sentido ellos, perdidos y solos en una gran ciudad sin rastro de su mamá.
Ésta, y otras preguntas similares que presentan algunos materiales catequéticos, bien pueden surgir de la mejor de las intenciones. Quizás haya cierta tendencia de suponer que los niños y los jóvenes – y también los que son recién llegados a la fe – puedan sentirse ansiosos, o ser incapaces de comprender la doctrina. Por esta razón, a veces se propone que toda catequesis debe de iniciar con la “experiencia” de la persona, con un “dónde está la persona”. Esto puede conducir a una percepción de la fe muy subjetiva, basada en las emociones, y no refleja claramente la pedagogía de Dios quien bajó a dónde estamos nosotros en la Persona de su Hijo, Jesús, por medio de quien se nos reveló gradualmente.
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