Metodología catequética: la catequesis Bíblica
La presentación de la doctrina debe de ser bíblica y litúrgica.
En el cuarto artículo de esta serie escribimos acerca de cómo asegurar que la presentación de la doctrina sea litúrgica. Este quinto artículo forma un díptico junto con el cuarto (una segunda mitad conectada con bisagra a la primera), es decir, la presentación de la doctrina debe también de ser bíblica. La Escritura y la Tradición – de las cuales la liturgia forma gran parte son los dos paneles del díptico que son distintos pero que no deben de ser separados.
La tarea primaria de la catequesis es de transmitir la Palabra de Dios, llamada a veces el ‘Evangelio de Cristo’. A menudo se entiende por ‘Palabra de Dios’ la sola Escritura, mientras que de hecho la Iglesia se refiere, mucho más plenamente, a la Persona entera de Cristo quien es la Palabra del Padre. Es Él quien es el Evangelio, la Buena Nueva. Es tan importante conservar la unidad de la Escritura y la Tradición que cuando se enseña desde la Escritura, es también provechoso considerar al Catecismo, y conversamente, cuando se enseña desde el Catecismo, también se debe de desarrollar el hábito de recurrir a la Escritura. i
Concretamente, entonces, se debe de cuidarse de usar un enfoque que utiliza o el Catecismo solo o la Escritura sola. Si en tu sesión, quieres referirte a un pasaje de las Escrituras durante tus enseñanzas, asegúrate de relacionarlo con un punto de la doctrina de la Iglesia. Si en tu sesión deseas referirte a un pasaje del Catecismo, asegúrate de relacionarlo con un pasaje de la Biblia.
Metodología catequética: Catequesis litúrgica
¿Cómo podemos asegurar que demos un enfoque litúrgico a nuestra catequesis?
El corazón de lo que quiere decir la Iglesia con el término de catequesis litúrgica es que procedamos desde ‘lo visible a lo invisible, del signo a lo significado, de los "sacramentos" a los "misterios"’ (CIC 1075). ¡Este es el secreto de toda catequesis litúrgica! La liturgia, en fin de cuenta, permite un encuentro espiritual con Cristo Nuestro Señor – y es la razón por la cual la liturgia se describe como ‘la cumbre a la que tiende la acción de la Iglesia’ (CIC 1074).
Podríamos decir que la catequesis litúrgica tiene tres aspectos:
Primero, está la preparación catequética para la liturgia: podemos llamarla ‘la enseñanza para el Rito’. Catequizamos acerca de la liturgia para que la gente sepa qué esperar, para enseñarles el sentido de lo que verán y experimentarán.
Segundo, está la catequesis que sucede a través de la liturgia misma: Cristo y su Novia nos instruyen por medio de la liturgia, iluminando nuestra mente y nuestro corazón.
Tercero, hay una catequesis que sigue desde la gracia de la liturgia: ésta se llama ‘mistagogia’.
El enfoque de este artículo está sobre la primera de estas tres – estamos buscando cómo catequizar para preparar la gente para la liturgia. También damos sugerencias concretas sobre cómo proporcionar oportunidades para aquellos que están siendo catequizados para que experimenten más la liturgia, y así puedan ser catequizados por la liturgia misma. Para esto, tiene que haber un compromiso por integrar a las celebraciones litúrgicas a la catequesis para que podamos dar seguimiento a nuestra catequesis con, por ejemplo, la Santa Misa, la bendición, un tiempo de adoración, el Oficio Divino, o un acto de penitencia. Nos aseguramos que la liturgia de la parroquia forme una parte integral del programa catequético. El gran pensador y escritor catequético, Johannes Höfinger escribió:
‘He aquí la razón última y más decisiva del por qué la enseñanza a través del culto es superior a todas las demás formas de enseñanza cristiana: la liturgia da lo que enseña, no solamente presenta el misterio de Cristo de forma concreta: sino que también nos permite participar de forma inmediata en este misterio’.i
Esta es una verdad que podemos reiterar para aquellos a quienes enseñamos – y por supuesto nos ayuda a ver el por qué de la importancia de dar una catequesis sobre la liturgia para que las personas nunca queden sordas y ciegas ante las realidades espirituales que están al corazón de la liturgia.
Metodología catequética: Una enseñanza llena de gracia
¿Cómo podemos enseñar de una forma que permite manifestarse la naturaleza llena de gracia de la catequesis?
Esta serie trata de métodos catequéticos y estos métodos son sacados de principios pedagógicos. En el pensar de la Iglesia, la pedagogía y la metodología no son lo mismo, sino que son interdependientes. El Directorio General para la Catequesis explica la relación del siguiente modo:
‘En la transmisión de la fe, la Iglesia no tiene de por sí un método propio ni único, sino que, a la luz de la pedagogía de Dios, discierne los métodos de cada época, asume con libertad de espíritu « todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio » (Flp 4,8)’ (DGC 148).
Recién se han explicado los principios de la pedagogía de Dios en la forma de doce ‘llaves’ discernidas desde el Catecismo de la Iglesia Católica y elucidadas en el libro del Catechism of the Catholic Church and the Craft of Catechesis.i [El catecismo de la Iglesia Católica y el arte de la catequesis]. Esta serie sugiere maneras concretas para incorporarlas dentro de los métodos y la práctica catequéticos.
Las ‘llaves’ para una catequesis efectiva tomadas del Catecismo son que la catequesis sea holística, llena de gracia, orgánica, personal, verdadera, atractiva, con firme propósito, fiel, evangelizadora, basada en la Escritura, litúrgica y llena de oración. Los autores del libro ‘desean que los lectores sean conducidos a ver la belleza, la necesidad y lo práctico de los principios catequéticos que se presentan tanto explícita como implícitamente en el Catecismo de la Iglesia Católica. ’’ii Los próximos artículos en esta serie fueron diseñados para animarles a reflexionar de manera crítica sobre los métodos que utilicen a la luz de estas sugerencias con tal de que se aseguren que estas ‘llaves’ sean tejidas dentro de su práctica.
La primera llave que exploraremos en esta serie es la de ‘estar llena de gracia’ – es decir, asegurarse de la primacía de la gracia en nuestra catequesis. Referente a esta llave pedagógica dice el Cardenal Schönborn, ‘Esta elección no es opcional. Es evidente por sí misma. Simplemente corresponde a la realidad: Dios es primero; la gracia es primera.’iii
Al punto: Le pedagogía de Dios y el llamado a la obediencia
Esta crónica especial pretende resaltar algunas de las posturas, preguntas y comentarios complejos que experimentan los catequistas, maestros y papas. Intenta perfilar los conocimientos necesarios para ser fieles a la enseñanza de la Iglesia y que mejor ayudarán a aquellos a quienes enseñamos que nos pidan razón de la esperanza que tenemos. (cf I Peter 3:15)
Vemos cómo podemos imitar la ‘pedagogía divina’ para acoger la Revelación por etapas en nuestra transmisión de la fe a nuestros hijos.
‘El designio divino de la Revelación…comporta una "pedagogía divina" particular: Dios se comunica gradualmente al hombre, lo prepara por etapas para acoger la Revelación sobrenatural que hace de sí mismo y que culminará en la Persona y la misión del Verbo encarnado, Jesucristo.’ (CIC 53 – énfasis mío)
Los niños del último nivel de pre-escolar estaban preparando unos dibujos para hacer un friso para la pared; estaban ilustrando el verso infantil, ‘Humpty Dumpty’.
‘Pinta a Humpty Dumpty, Luisa,’ dijo la maestra, al entregar a cada niño una gran hoja de papel, ‘Y tú, pinta uno de los hombres del rey, Joaquín; y Débora, pinta un caballo. Miguelito, pinta la pared.’
Quien haya pasado tiempo con niños chiquitos sabe cómo resultó. Al conserje no le pareció gracioso y nunca se logró quitar toda la pintura de la pared. Sin embargo, Miguelito no había sido desobediente – fue sencillamente su comprensión que no estaba a la altura de la tarea. Hizo lo que se le pedía por ciega obediencia.
Al mirar la manera en que Dios se nos revela poco a poco, y a lo que se esperaba de nosotros con nuestra respuesta, quisiera destacar paralelos con la transmisión de la Fe hoy en día, e intentar mostrar cómo tenemos que regular y graduar nuestra enseñanza de la Revelación, así como nuestras expectativas de respuestas a esa Revelación. A identificar cómo nuestras respuestas a la revelación de Dos nos ayudan a edificar sobre lo que ya pasó, espero acercarme a la identificación de lo que sería una respuesta apropiada a lo que la revelación de Dios puede significar para nosotros y para nuestros hijos.
La pedagogía de Dios, 1a Parte
En el núcleo mismo del documento más reciente sobre la catequesis de la Iglesia Universal, el Directorio General para la catequesis (DGC), publicado en 1997, está el concepto de ‘la pedagogía de Dios’. ¿Qué significa esta frase, y porqué tiene tanta importancia?[i]
Veremos que da la clave para comprender la naturaleza y el carácter específicos de la catequesis de acuerdo a lamente y al corazón de la Iglesia, y especialmente para conectar el contenido de lo que se enseña al cómo se enseña, y para unir el trabajo del catequista a la obra de la Santísima Trinidad en la catequesis. La ‘pedagogía de Dios’ no es tanto una teoría de la educación o siquiera un conjunto de principios para guiarnos. Más bien, esta sección central del Directorio nos recuerda enfocar la acción y la obra de Dios quien es el Pedagogo, formando y transformando a quienes enseñamos, atrayéndolos hacia Sí por medio de une especie única de disciplina educativa.
Este artículo expone la enseñanza del DGC (137-147) sobre esta área para resaltar los rasgos principales de la pedagogía de Dios.
Dios es el Pedagogo, y catequizamos atentos a sus designios.
Metodología catequética: Enseñar holísticamente
¿Cómo podemos asegurar un enfoque holístico en nuestra catequesis?
Este es el segundo artículo en la serie que trata de métodos catequéticos: métodos derivados de principios pedagógicos.
Para recordarnos del propósito de esta serie: los principios de la pedagogía de Dios se explicaron recientemente en la forma de doce ‘claves’ descifradas del Catecismo de la Iglesia Católica y aclaradas en el libro el Catechism of the Catholic Church and the Craft of Catechesis (Catecismo de la Iglesia Católica y el Arte de la Catequesis). [i] Esta serie sugiere modos concretos para plasmarlos en la práctica y en métodos catequéticos.
La primera clave que exploramos en esta serie fue la de ‘estar lleno de gracia’ – es decir, asegurar la primacía de la gracia en su catequesis. La segunda clave es la ‘plenitud’, o una catequesis que se dirige a cada una de las ‘cuatro dimensiones fundamentales de la vida cristiana’.[ii] Somos llamados a transmitir el tesoro de la fe ‘de generación en generación, anunciando la fe, viviéndola en la comunión fraterna y celebrándola en la liturgia y en la oración’. [iii] ‘El Catecismo nos pide aprender y enseñar holísticamente, toda la fe para toda la persona’. [iv]
Esto nos indica que nuestros programas catequéticos y luego cada una de nuestras sesiones deben de diseñarse y planearse de tal modo que integren los cuatro aspectos de la fe (la doctrina, los sacramentos, la moral y la oración) con el fin de nutrir siempre las cuatro dimensiones de la vida cristiana.
Este artículo en particular sirve simplemente como introducción a los artículos que seguirán en esta misma serie: uno para tratar cada una de las cuatro dimensiones, ofreciendo más detalles específicos.
Nuestras sesiones catequéticas deben de diseñarse y planearse de tal modo que integren las cuatro dimensiones de la fe.
Catechetical Methodology: Teaching Holistically
This is the second article in the series on catechetical methods, methods which are drawn from pedagogical principles.
To remind ourselves of the purpose of this series: the principles of the pedagogy of God have recently been explained in the form of twelve ‘keys’ discerned from the Catechism of the Catholic Church and elucidated in the book, Catechism of the Catholic Church and the Craft of Catechesis.[i] This series suggests concrete ways of incarnating these in catechetical methods and practice.
The first key we explored in this series was that of ‘gracefulness’ - that is, ensuring the primacy of grace in one’s catechesis. The second key is ‘wholeness’, or a catechesis that addresses all ‘four dimensions of the Christian life’.[ii] We are called to hand on the treasure of the faith ‘from generation to generation, by professing the faith, by living it in fraternal sharing, and by celebrating it in liturgy and prayer’.[iii] ‘The Catechism calls upon us to learn and to teach holistically, the whole faith for the whole person’.[iv]
This indicates to us that our catechetical programmes and individual sessions are to be designed and planned in such a way that all four aspects of the faith (doctrine, sacraments, morals and prayer) are integrated into them so that the four dimensions of the Christian life are always nourished.
This particular article will serve simply as an introduction to further articles in this series that will come later, one on each of the four dimensions, offering further specific details.
Our catechetical sessions are to be designed and planned so that all four dimensions of the faith are integrated into them.
The Pedagogy of God, Part 1
At the very centre of the universal Church’s most recent document on catechesis, the General Directory for Catechesis (GDC), issued in 1997, lies the notion of ‘the pedagogy of God’. What does this phrase mean, and why is it so important?[i]
We will see that it provides the key for understanding the specific nature and character of catechesis according to the mind and heart of the Church, and especially for the linking of the content of what is taught to how we teach, and for linking the work of the catechist to the work of the Blessed Trinity in catechesis. The ‘pedagogy of God’ is not so much a theory of education or even a set of principles to guide us. Rather, this central section of the Directory reminds us to focus on the action and work of God who is the Pedagogue, forming and transforming those whom we teach, drawing them to himself through a unique kind of educational discipline.
This article will expound the teaching of the GDC (137-147) on this area so as to draw out the main features of the pedagogy of God.
God is the Pedagogue, and we catechise attentive to his ways.
On the Spot: God's Pedagogy and the Call to Obedience
This feature aims to highlight some of the complex positions, questions and comments experienced by Catechists, teachers and parents. It tries to outline the knowledge necessary to be faithful to Church teaching and which will best help those we teach who call us to account for the hope that is in us. (cf I Peter 3:15)
We look at how we can imitate the ‘divine pedagogy’ of welcoming revelation by stages in our handing on the faith to our children.
‘The divine plan of Revelation….involves a specific divine pedagogy: God communicates himself to man gradually. He prepares him to welcome by stages the supernatural Revelation that is to culminate in the person and mission of the incarnate Word, Jesus Christ.’ (CCC 53 my emphasis)
The children in the top infant class were preparing some pictures to make a wall frieze; they were illustrating the nursery rhyme, ‘Humpty Dumpty’.
‘You paint Humpty Dumpty, Louisa,’ said the teacher, handing each child a large sheet of paper, ‘And you paint one of the King’s men, Jack; and Debbie, you paint a horse. Mickey, you paint the wall.’
Anyone who has spent time with small children will know how that turned out. The caretaker was not pleased and the paint never really came off the wall completely. But Mickey had not been disobedient – it was simply his understanding that was not up to the task. He did what was asked of him in blind obedience.
In looking at God’s way of revealing himself gradually to us, and at what was expected by way of our response, I want to draw out the parallels with passing on the Faith today, and try to show how we need to regulate and graduate our teaching on revelation, as well as our expectations of responses to that revelation. In identifying how our responses to God’s revelation help us to build on what has gone before, I hope to come closer to identifying what an appropriate response to God’s revelation might mean for us and for our children.
Catechetical Methodology: Teaching Personally
How do we ensure that we practise a ‘personal pedagogy’?
We are aware that doctrine and its transmission is essentially personal. We ground catechesis in the living foundational realities of the faith, handing ourselves over to serve the transmission of Christ and his message. What do we mean by a ‘personal pedagogy’? A pedagogy that is personal is one that focuses principally and appropriately on the persons involved, each in their own way.
Catechesis has to do principally with persons. Persons are central to the work of catechesis. It sounds obvious, but is nonetheless worth taking time to think through so that we can begin to understand what kinds of implications this has.
All spiritual beings are persons. God himself is Personal, in fact a Trinity of Persons. Angels are persons, also. We human beings are both corporeal and spiritual, and therefore we are also persons. People in the bible and saints in history are persons. (Animals are not!) Catholic doctrine, therefore, is deeply and essentially personal.
Let’s put this same point in another way. Catholic doctrine is personal because truth is a Person; truth is the Person of Christ. We human beings are made in the image and likeness of the One who is the image of God, the One who is a Person of the Trinity. Therefore, we are created as persons.
There are several challenges here for us as catechists. In the first place the challenge is to teach doctrine in such a way that participants know that they are being introduced to persons. Then secondly, the pedagogy we use must serve the truth that all of the participants in catechetical sessions are persons. Thirdly, we can recognise that the personal nature of catechesis touches deeply and intimately on our own spiritual lives.