¿Siquiera es posible la santidad hoy en día?
Antes de que nos casáramos, mi esposo, Curtis, y yo cada uno por su parte nos habíamos encontrado con nuestro Señor a través de unas conversiones profundas y ambos ya éramos muy comprometidos con seguir a la voluntad de Dios en nuestra vida matrimonial. Dios nos invitó a vivir nuestra fe en la arena pública a través de la pastoral universitaria donde estudiábamos, The Fellowship of Catholic University Students (La Confraternidad de Estudiantes Universitarios Católicos) (FOCUS), y de manera más íntima en nuestro propio hogar. Curtis y yo hemos estado casados desde hace más de treinta años y bendecidos con nueve hijos y cinco nietos. Dos de nuestros hijos tienen necesidades especiales: uno de nuestros hijos tiene autismo y otro tiene el Síndrome de Down. El esforzarnos por vivir nuestra fe con júbilo no siempre ha sido fácil, pero Dios sigue dándonos la gracia que necesitamos cada día para vivir según Su voluntad. A veces me desanimo y clamo a Dios preguntando si la santidad es siquiera posible. Luego me viene a la mente la Palabra de Dios, y creo que Él sigue hablando estas palabras a cada uno de nosotros en la actualidad:
“Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. El corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié. Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. … Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán.” (Juan 15,1-5.7)
Cuando forcejamos con la pregunta de la santidad real vivida por personas ordinarias, Jesús siempre nos enseña el camino. En este pasaje, Él nos invita a permanecer en Él. Si permanecemos en Jesús, entonces daremos mucho fruto en nuestra vida y alcanzaremos la santidad. Jesús nos está diciendo que necesitamos permanecer cerca de Él si queremos ser santos en esta vida. Esto es en verdad bastante sencillo. Necesitamos conocer a Jesús, encontrarlo en la Palabra, en la oración, y en los sacramentos. Yo creo que las personas que han encontrado a Jesús personalmente, que lo han hecho el centro de su vida, y están viviendo una vida de acompañamiento con Jesús, tendrán un deseo profundo de compartir a Jesús con todos los que estén en su vida.
Jesús nos está invitando a cada uno a un encuentro más profundo, nos está pidiendo que vivamos en una relación íntima con Él para compartir con los demás esta Fe transformadora de vida. Como padres de familia, nuestra primera responsabilidad es para con nuestros hijos. Cuando aceptamos esta invitación y su gracia, aceptamos la invitación de San Pablo, “Por lo tanto, hermanos, yo los exhorto por la misericordia de Dios a ofrecerse ustedes mismos como una víctima viva, santa y agradable a Dios: éste es el culto espiritual que deben ofrecer. No tomen como modelo a este mundo. Por el contrario, transfórmense interiormente renovando su mentalidad, a fin de que puedan discernir cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto.” (Rm 12,1-2).
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