Metodología catequética: la catequesis Bíblica
La presentación de la doctrina debe de ser bíblica y litúrgica.
En el cuarto artículo de esta serie escribimos acerca de cómo asegurar que la presentación de la doctrina sea litúrgica. Este quinto artículo forma un díptico junto con el cuarto (una segunda mitad conectada con bisagra a la primera), es decir, la presentación de la doctrina debe también de ser bíblica. La Escritura y la Tradición – de las cuales la liturgia forma gran parte son los dos paneles del díptico que son distintos pero que no deben de ser separados.
La tarea primaria de la catequesis es de transmitir la Palabra de Dios, llamada a veces el ‘Evangelio de Cristo’. A menudo se entiende por ‘Palabra de Dios’ la sola Escritura, mientras que de hecho la Iglesia se refiere, mucho más plenamente, a la Persona entera de Cristo quien es la Palabra del Padre. Es Él quien es el Evangelio, la Buena Nueva. Es tan importante conservar la unidad de la Escritura y la Tradición que cuando se enseña desde la Escritura, es también provechoso considerar al Catecismo, y conversamente, cuando se enseña desde el Catecismo, también se debe de desarrollar el hábito de recurrir a la Escritura. i
Concretamente, entonces, se debe de cuidarse de usar un enfoque que utiliza o el Catecismo solo o la Escritura sola. Si en tu sesión, quieres referirte a un pasaje de las Escrituras durante tus enseñanzas, asegúrate de relacionarlo con un punto de la doctrina de la Iglesia. Si en tu sesión deseas referirte a un pasaje del Catecismo, asegúrate de relacionarlo con un pasaje de la Biblia.
Catechesis on the Parables of Jesus: The Wedding Feast and the Garment of Salvation
The Parable of the Wedding Feast is found in Matthew 22:1-14 and in Luke 14:16-24. As usual, it would be good to read these two Gospel readings of the parable before reading this article.
Matthew’s account of the parable of the Wedding Feast has a sting in the tail! It is another of those parables that cause us to react. We fail to understand the apparent harshness of the king in his treatment of the guest – presumably, just brought in off the street – who is not wearing a wedding garment. The temptation, as often happens when we react, is to turn away from the parable with the secret thought that it seems to be unchristian – not unlike our judgment of the wise virgins whose treatment of the unwise seems equally contrary to the gospel values we have learned. We need to ask the Holy Spirit to teach us!
La Parábola de los obreros de la última hora en la viña
La Parábola de los obreros de la última hora, en Mateo 20:1-16, suscita unas dificultades para nosotros. No es difícil sentir cierto grado de simpatía con los obreros, quienes habían sido contratados al iniciar el día y habían dedicado toda la jornada. Claramente, es derecho del propietario ser generoso, pero ¿no hay también una cuestión de justicia?
Así que, una vez más, como sucede con muchas parábolas, tenemos que confrontar algo que parece inevitablemente provocar una reacción en nosotros. Tal vez a estas alturas, si has estado siguiendo la serie sobre las Parábolas en The Sower, ya sospechas que hay algún mensaje y sentido más profundo que solo serán revelados cuando dejamos a un lado nuestras reacciones típicas. ‘Sus pensamientos no son mis pensamientos, y sus caminos no son mis caminos – oráculo del Señor.’ Parece que uno de los propósitos de las parábolas es exponer nuestras maneras de pensar y contrastarlas con los caminos del Señor. De esta forma, las parábolas proporcionan la oportunidad, incluso el llamado, a una conversión de mente y de corazón. Seguramente, ésta es la mera esencia de una parábola, especialmente las que inician: ‘El reino del cielo es como…’.
Nuestro Señor está llamando a sus oyentes a que se conformen a una nueva manera de pensar – un camino nuevo que nos habilita para tomar nuestro lugar en el Reino de los Cielos. Las parábolas contribuyen a un proceso por el que nos conformamos aún más a Cristo mismos. Y este proceso solo puede suceder si estamos dispuestos a desprendernos de nuestros modos naturales de pensar, y sobre todo de nuestras reacciones normales.
La parábola del banquete de bodas y el traje de boda
La Parábola del Banquete de Bodas se encuentra en Mateo 22, 1-14 y en Lucas 14, 16-24. Como siempre, se recomienda la lectura de estos dos textos del Evangelio antes de leer este artículo.
La narración de Mateo de la Parábola del Banquete de Bodas ¡trae cola (con aguijón)! Es otra de esas parábolas que nos hacen reaccionar. Fallamos en comprender la aparente severidad del rey en su trato del invitado – a quien, se nos da a entender acaban de traer de la calle – y quien no lleva puesto un traje de boda. La tentación, como suele suceder, es de dar la espalda a la parábola con el pensamiento secreto que no parece nada cristiana – algo así como nuestro juicio sobre las vírgenes prudentes cuyo trato de las vírgenes no previsoras parece de igual forma muy contrario a los valores evangélicos que hemos aprendido. ¡Tenemos que pedirle al Espíritu Santo que nos enseñe!
Escuchar a Cristo que habla por medio de las Escrituras
En nuestro artículo previo, examinamos cómo la tradición patrística nos ayuda a comprender la manera en que la ‘escucha’ personal de Cristo por las Escrituras puede explicarse y legitimarse teológicamente. El Espíritu Santo que mora en el texto sagrado, la Iglesia, y el lector-intérprete son todos activos en mediar la viva voz de Cristo en las Escrituras. El evento de escucha de la voz de Cristo es una acción de gracia que es profundamente personal, más nunca privada, ya que el Espíritu obra tanto en, y a través de, toda la comunidad de fe, mediando el misterio pascual a lo largo de la vida entera de la Iglesia. Sin embargo, la experiencia nos ha enseñado que una tendencia fundamentalista puede invadir sigilosamente: es una tendencia que intenta privatizar el sentido con la exclusión de otras voces auténticas que emanan desde la Iglesia. La Pontificia Comisión Bíblica también ha declarado esta percepción:
‘El Espíritu Santo también ha sido dado, ciertamente, a los cristianos individualmente [énfasis suya], de modo que pueden ‘arder sus corazones dentro de ellos’ (cfr. Lc. 24, 32), cuando oran y estudian en la oración las Escrituras, en el contexto de su vida personal. Por ello, el Concilio Vaticano II ha pedido con insistencia que el acceso a las Escrituras sea facilitado de todos los modos posibles (Dei Verbum, 22; 25). Este tipo de lectura, hay que notarlo, no es nunca completamente privado, ya que el creyente lee e interpreta siempre la Escritura en la fe de la Iglesia y aportaa la comunidad el fruto de su lectura, para enriquecer la fe común.’i
Pero, ¿cómo apropiarse de esta auténtica experiencia de gracia sin provocar el efecto secundario negativo de desafecto en la comunión con la Iglesia Católica Romana y sin echar sus lealtades hermenéuticas hacia la arena del fundamentalismo bíblico? Se encuentra la respuesta en la precoz práctica patrística de unir el sentido espiritual, una apropiación altamente personalizada del mensaje bíblico, con la Tradición viva de la comunidad de fe.ii Empezaremos primero por notar algunos de los rasgos del fundamentalismo y una manifestación peculiar del fundamentalismo entre los católicos.
Catequesis sobre las parábolas de Jesús: Las vírgenes prudentes y necias
Desde hace ya varios años, he estado reflexionando sobre una experiencia que compartimos en comunión con muchos catequistas en relación a la enseñanza de las parábolas. Es un dato relevante, que cuando escuchamos muchas de las parábolas que se proclaman o se leen por sí solas, experimentamos una reacción negativa hacia ellas. De igual modo, cuando predicamos o enseñamos sobre las parábolas, nos damos cuenta que nuestros interlocutores tienen esa misma reacción.
Pensemos un momento en las reacciones típicas a la parábola del hombre sin el traje de bodas, o aquella en la que los jornaleros recibieron el mismo salario por una hora de trabajo que los que soportaron todo el calor del día. Luego está la del Hijo Pródigo– nuestra simpatía es para el hermano mayor.
Algunas de las parábolas no evocan este tipo de reacción negativa. Sin embargo, hay un problema diferente: porque sólo vemos el mensaje moral de la parábola y no vemos el mensaje evangélico, no hay ninguna reacción – ¡no hay, por lo menos, un ardor en nuestros corazones cuando las parábolas se explican!
Parte del objetivo de esta serie explicativa sobre las parábolas ha sido el de revelar el mensaje evangélico – a veces algo escondido – por ejemplo, en las parábolas del Buen samaritano, del Fariseo y el publicano, la Perla de gran valor, y así sucesivamente.
San Pablo y la gracia de sufrimiento
San Paul nos puede ayudar a comprender cómo sufrimiento puede ser una gracia.
¿Dos preguntas han plagado las mentes de cristianos y no cristianos semejantes: por qué sufre allí? ¿Por qué permite Dios sufrimiento? En S. Las escrituras de Paul que encontramos penetraciones profundas en el significado de sufrimiento. Papa John Paul II explica por qué el S. Paul escribe tanto en sufrimiento: ‘El apóstol comparte su propio descubrimiento y rejoices en ello a causa de todo ésos quien lo puede ayudar – así como lo ayudó – comprender el salvific que significa de sufrimiento’ (Salvifici Doloris, 1).
Catechesis on the The Miracles of Jesus: Why Miracles Make Sense
In the previous issue of The Sower we stated that we shall look more closely at C.S.Lewis’ case for the reality of miracles and his arguments against modern scepticism regarding the possibility of miracles. These arguments are to be found in his 1947 publication, Miracles.
Readers will be interested in understanding the place of miracles in the life and ministry of Jesus. However, many people we speak to today are sceptical about the very possibility of miracles. Do we have any answer for this scepticism, beyond saying that it is simply a matter of faith – that we take it on faith that Jesus did perform miracles?
It is not unusual to hear arguments that seek to ‘explain away’ the miracles, or attempt to find an acceptable non-miraculous explanation for the events recorded in the gospels as miracles. Some explicitly argue that miracle stories were only inserted into the Gospels to bolster the early Church’s belief that Jesus really is the Son of God made man. For example, we have probably all heard the miracle of the feeding of the five thousand retold as an occasion on which the people began to bring out and share food that they had brought with them.
The real issues, then, are whether we can accept the historicity of the Gospel accounts and whether it is reasonable to accept in principle that Jesus performed miracles.
New Series: Catechesis on the Miracles of Jesus
We begin a new series on how to catechise about the miracles of Jesus.
Let us begin with some general comments since in our present climate serious questions have been raised concerning the historicity of the miracles in the Gospels, and the very nature and possibility of miracles.
The question of the historicity of Jesus’ miracles was highlighted recently by the publication of The Gospel according to Judas: By Benjamin Iscariot, by Jeffrey Archer and Frank Moloney. The latter is a Catholic Scripture scholar. At the time of publication, Moloney stated in an interview that the majority of scripture scholars today are agreed that Jesus did not perform any of the nature miracles. The nature miracles presumably include the stilling of the storm, walking on water, the feeding of the five thousand, and the changing of water into wine at Cana. Apart from such expressions of the, allegedly, prevailing view among scholars, there is also a good deal of scepticism about miracles at the popular level. The prevailing culture is to be sceptical about anything that appears not to be capable of scientific verification: both scholarly opinion and popular culture are a manifestation of the same ideological mentality of positivism. This is the continuing legacy of the Enlightenment with its denial of the possibility of divine intervention in the world.
How should we respond to this scepticism? One of the best treatments of miracles is the classic text by C.S.Lewis, Miracles. Even today it is probably true that Lewis’ treatment of miracles is not surpassed. His discussion takes place by way of an argument with a number of key steps. In the next issue of The Sower, we shall look closely at Lewis’ case for the reality of miracles and his arguments against the modern scepticism regarding the possibility of miracles. In this article, though, I want to consider three key themes, mainly drawn from Lewis, which can help us in our general catechesis on miracles.
Catechetical Methodology: Scriptural Catechesis
The presentation of doctrine must be biblical and liturgical.
In the fourth article in this series we wrote about how to ensure that the presentation of doctrine be liturgical. This fifth article forms a diptych with the fourth (a second half hinged to the first), that is, the presentation of doctrine must also be scriptural. Scripture and Tradition - of which liturgy forms a major part - are the two panels of the diptych that are distinct but should not be separated.