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Maneras prácticas para impeler a la iglesia doméstica en la catequesis infantil

La familia tiene un lugar privilegiado en la catequesis. El Catecismo declara que “los padres han recibido la responsabilidad y el privilegio de evangelizar a sus hijos”, refiriéndose a ellos como los “primeros heraldos de la fe” (2225). La familia es llamada “iglesia doméstica” – la iglesia del hogar (CEC 2224). Por esta razón, los padres son los primeros y más importantes maestros de la fe para sus hijos. En décadas recientes, sin embargo, ha sido difícil para las parroquias y escuelas católicas cambiarse a prácticas consistentes con esta comprensión. Los padres de familia han llegado a pensar en la parroquia y en la escuela como los lugares donde se les enseña la fe a los niños, y muchas familias han dejado casi por completo a estas instituciones la responsabilidad por catequizar a sus hijos. Sin embargo, recientemente, la cuarentena consecuente de la pandemia de COVID-19 nos impulsó hacia una nueva realidad – una en la cual, por necesidad, los niños estaban aprendiendo todo, incluyendo a su fe, en casa. ¿Cómo podemos utilizar el ímpetu y las oportunidades que se han adquirido en este momento para diseñar un enfoque a la catequesis que involucra a la iglesia domestica de nuevas maneras? Aquí hay algunas sugerencias para la colaboración con los padres de familia.

Dar a las familias maneras para relacionar la fe con los momentos cotidianos de la vida familiar.

Cuando escuchamos que los padres de familia son los primeros y más importantes catequistas de sus hijos, nos entra a veces la tentación de fomentar una sesión catequética estilo didáctico en la casa. Es ciertamente maravilloso que los papás conduzcan clases completas para sus hijos, especialmente lecciones acerca de su fe, hay una variedad de razones – entre ellas el tiempo, la confianza en sí y las competencias necesarias – que pudieran hacer dudar a los padres de familia al momento de echarse un clavado dentro de una sesión catequética de larga duración en el hogar. Ciertamente, los papás son los principales catequistas, pero la parroquia es también el locus privilegiado de la catequesis. La parroquia ayuda para que la catequesis sea sistemática e integral, equipando a los papás en su papel de darle vida a la fe por medio de las experiencias cotidianas.

Si, en lugar de intentar convertir a cada hogar en un tradicional salón de clases, les diéramos a los padres de familia las herramientas para conectar la fe con la vida en los momentos ordinarios, podemos ayudar a las familias a que desarrollen una identidad y cosmovisión verdaderamente católicas. En lugar de ofrecer una hoja de trabajo para completar juntos en familia, considere mejor ofrecer una manera para vivir el contenido presentado esa semana o para reflexionar sobre la relación que tiene con nuestra vida diaria en el hogar. Por ejemplo, si un niño de segundo grado de primaria acaba de completar una lección que incluye el Evangelio en el que Jesús dice que Él es el Pan de Vida, ofrezca a los papás esta instrucción: “Esta semana, cuando les sirve pan a sus hijos (por ejemplo, un sándwich o un bolillo con la cena), recuérdeles que Jesús dijo que Él es el Pan de Vida. Pregúnteles, “¿Que quería decir Jesús con esto?”

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Dr. Joseph White is a child psychologist and Associate Publisher for Catechetical Resources at OSV Publishing. He has authored twelve books on catechesis, ministry, and spirituality and is co-author of the Allelu and Alive in Christ catechetical programs.

This article is from The Catechetical Review (Online Edition ISSN 2379-6324) and may be copied for catechetical purposes only. It may not be reprinted in another published work without the permission of The Catechetical Review by contacting [email protected]

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Current Issue: Volume 10.4

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