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El milagro de la multiplicación de los panes

En los primeros artículos de esta serie sobre los milagros de Jesús, exploramos brevemente el milagro de la transformación del agua en vino en las Bodas de Caná. C.S. Lewis clasifica ese milagro como uno de fertilidad y como milagro de la Vieja Creación. Al describirlo así, se enfoca la atención sobre el hecho de que un milagro evangélico es un evento local y repentino de algo que Dios siempre está realizando en la Naturaleza. Es la naturaleza repentina e inmediata del acto específico que da testimonio de la persona divina de Jesucristo, y que nos lleva a describir la acción como milagro.

En el milagro de la multiplicación de los panes, se ve el mismo principio. En los procesos de la Naturaleza, un solo grano de maíz, una vez sembrado, llega a producir toda una cosecha de maíz. La abundancia y la fertilidad es algo que Dios les ha concedido a los seres vivos en la Naturaleza. Esta cualidad revela el origen divino de los seres vivos creados y refleja al Creador. En la Naturaleza, los peces, también, tienen la capacidad en el ciclo de la reproducción de producir una sobreabundancia de nuevos peces.

El milagro de Jesús, al multiplicar los panes y los peces, da testimonio de la acción repentina e inmediata de la Persona Divina que cumple lo que Dios siempre ha cumplido, aunque a menudo pase inadvertida, sobre el amplio lienzo de la Naturaleza. El milagro no es tanto una suspensión de la Naturaleza, sino más bien la suspensión del proceso normal u ordinario por el que Dios logra algo por medio de la Naturaleza.

A la luz de esto, podemos entender más plenamente las palabras de Jesús en las que Él afirma, ‘Les aseguro que el Hijo no puede hacer nada por sí mismo sino solamente lo que ve hacer al Padre; lo que hace el Padre, lo hace igualmente el Hijo.’ (Juan 5, 19). ¿No estamos escuchando el testimonio de Jesús sobre la acción del Padre dentro del orden creado?

Los relatos del Evangelio
Así como con el milagro de Caná, los escritores del Evangelio tienen propósitos específicos al elegir estos relatos y en ubicarlos en lugares específicos dentro de las estructuras de los Evangelios. Este evento se registra en los tres Evangelios Sinópticos, así como en el Evangelio de Juan. Cada uno de estos escritores registra el evento, y cada uno tiene su propósito específico al hacerlo, cada quien destacando aspectos particulares de la verdad de Jesús y su misión salvífica. Mateo y Marcos son los más cercanos el uno del otro. De hecho, estos dos evangelistas registran dos milagros similares en los que se alimentan a una multitud. Lucas, por su parte, solo menciona una vez el milagro de los panes. Aunque haya diferencias específicas dentro de los relatos sinópticos, aquí enfocaré los rasgos claves que los unen a todos.

La fe
Quizás el punto clave que habría que observar con referencia a los relatos sinópticos es el hecho de que todos tienen una relación profunda con la confesión de fe de Pedro en Cesárea de Filipo. Lucas registra el milagro de la multiplicación de los panes seguido inmediatamente por la profesión de fe de Pedro. Mateo y Marcos registran dos milagros relacionados con la multiplicación de los panes, cada uno de los cuales está seguido por otros milagros – curaciones así como el caminar sobre el agua. Tanto Mateo como Marcos presentan estos otros milagros de Jesús como ocasiones para la creciente comprensión de parte de Pedro y de los discípulos de que estaban en la presencia de lo Divino. Después de ver a Jesús caminando sobre el lago, los discípulos están aterrorizados, pero es el santo temor creado por el acercamiento de lo divino. Se alcanza el punto culminante cuando Pedro confiesa, ‘Tú eres el Mesías, el hijo de Dios vivo’. Esta confesión está seguida de cerca por la predicción que hace Jesús sobre su Pasión y Muerte. El pan del milagro se revela ser la misma Persona de Jesús, el Cristo, quien trae la verdadera revelación de Dios. Esa revelación será más clara y plenamente comprendida en el misterio pascual de la muerte y resurrección de la resurrección de Jesús.

Enseñanza verdadera
Mateo y Marcos también relacionan el milagro con las polémicas con los fariseos. Estas polémicas se relacionan con las tradiciones de los fariseos, las cuales, dice Jesús, han oscurecido la verdadera revelación de Dios. Una sutil conexión con el milagro de la multiplicación de los panes se establece por medio de la imagen del pan que representa la palabra de Dios, la Ley o la revelación de Dios. Los fariseos han mezclado su propia levadura con el pan de Dios.

Es el mismo Jesús quien revela a Dios y su enseñanza en toda su pureza. El pan y los peces con los que Jesús alimenta milagrosamente a la multitud es un signo. Jesús tiene que conducir a los discípulos hacia una comprensión verdadera del milagro, del signo. Es Jesús quien trae la verdadera revelación de Dios. Jesús trae esta revelación porque Él es la persona divina encarnada.

La Eucaristía
Volvemos ahora al Evangelio de Juan. A su manera, el autor del cuarto Evangelio resume la misma enseñanza que los Evangelios Sinópticos. Por medio del discurso del Pan de la Vida que sigue a la multiplicación de los panes en Juan capítulo 6, Juan presenta a Jesús como el Pan de la Vida, Él que verdaderamente revela a Dios y también la fuente y los medios para relacionarse con Dios. Explícitamente, Juan expone la conexión con el maná que se dio por Moisés en el desierto - en sí un signo de toda la enseñanza de Dios en la Ley – y también la conexión con la obra de la Cruz – el pan verdadero es su Carne y su Sangre es la bebida por la cual entramos en la intimidad con Dios. Nos conducen a través de los Evangelios, entonces, hacia la Eucaristía.

En el milagro de la multiplicación de los panes, se ve el mismo principio. En los procesos de la Naturaleza, un solo grano de maíz, una vez sembrado, llega a producir toda una cosecha de maíz. La abundancia y la fertilidad es algo que Dios les ha concedido a los seres vivos en la Naturaleza. Esta cualidad revela el origen divino de los seres vivos creados y refleja al Creador. En la Naturaleza, los peces, también, tienen la capacidad en el ciclo de la reproducción de producir una sobreabundancia de nuevos peces.

El milagro de Jesús, al multiplicar los panes y los peces, da testimonio de la acción repentina e inmediata de la Persona Divina que cumple lo que Dios siempre ha cumplido, aunque a menudo pase inadvertida, sobre el amplio lienzo de la Naturaleza. El milagro no es tanto una suspensión de la Naturaleza, sino más bien la suspensión del proceso normal u ordinario por el que Dios logra algo por medio de la Naturaleza.

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Msgr. Paul J. Watson is the Director Emeritus of Maryvale Institute, where he teaches Scripture, spirituality and catechesis. Ordained January 12, 1974, he has served as pastor for many parishes. He was awarded an S.T.L. Summa Cum Laude (Spirituality) from Gregorian University in Rome, and has written a course book for Maryvale’s BA in Applied Theology / BA Divinity on the “Church’s Developing Vision of Catechesis” as well as a course book on "The Christian Tradition of Spiritual Formation" for the MA in Religious and Educational Studies. Msgr. Paul jointly launched, and regularly contributes to, a monthly magazine Bible Alive of Scriptural catechesis and personal spirituality. 

This article is from The Sower and may be copied for catechetical purposes only. It may not be reprinted in another published work without the permission of Maryvale Institute. Contact [email protected]

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Current Issue: Volume 10.4

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