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Forming those who form others

El cultivo del discernimiento dentro de la comunidad de liderazgo

Luego de una larga sucesión de documentos magisteriales orientados a la importancia de un ambiente comunitario que fomente el cultivo de la vocación de cada miembro[1], el Documento Preparatorio de la próxima XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional” [2], declara:

"Toda la comunidad cristiana debe sentirse responsable de la tarea de educar a las nuevas generaciones y debemos reconocer que son muchas las figuras de cristianos que la asumen, empezando por quienes se comprometen dentro de la vida eclesial. […] En todas las partes del mundo existen parroquias, congregaciones religiosas, asociaciones, movimientos y realidades eclesiales capaces de proyectar y ofrecer a los jóvenes experiencias de crecimiento y de discernimiento realmente significativas."[3]

A lo largo de mis años de servicio en el ministerio, en todas las pláticas que he escuchado, y aun las que en ocasiones he dado, el enfoque suele orientarse al cultivo de la propia vida espiritual por medio de la oración personal y la vida sacramental de la Iglesia. Aparte de la importancia de la vida espiritual[4], y sin restarle nada a la necesidad del acompañamiento en el discernimiento, lo cual es un tema central del Documento Preparatorio[5], quisiera enfocar una realidad frecuentemente olvidada en el campo del discernimiento vocacional: la comunidad. Ya que el próximo Sínodo centrará la atención en la juventud, dirijo mis pensamientos a las comunidades de adultos quienes atienden o enseñan a los jóvenes (por ej. equipos nucleares de pastoral juvenil, catequistas, profesores de escuela, etc.).

En lugar de citar múltiples razones por las que una comunidad de discernimiento sea esencial en el discernimiento vocacional, quisiera mejor proporcionar algunas consideraciones para el cultivo de este tipo de comunidad. El Documento Preparatorio resalta esta necesidad, ya que dice:

"A veces esta dimensión proyectiva [de experiencias de crecimiento y de discernimiento para los jóvenes] deja espacio a la improvisación y a la incompetencia: es un riesgo del cual defenderse tomando cada vez más en serio la tarea de pensar, concretizar, coordinar y realizar la pastoral juvenil de modo correcto, coherente y eficaz. Aquí también se impone la necesidad de una preparación específica y continua de los formadores."[6]

No me declaro experto en el tema, ni puedo proporcionar un “plan pastoral” comprensivo, pero sí me daba cuenta de la importancia del cultivo de una comunidad que conduzca al discernimiento vocacional durante mi tiempo como agente de la pastoral juvenil rodeado de un equipo de adultos voluntarios. Apoyándome principalmente en mi propia experiencia en la pastoral juvenil, quizás algunas de mis percepciones puedan servir como catalizador para cultivar un ambiente comunitario que fomente el discernimiento vocacional. Aunque mis ejemplos provengan de la pastoral juvenil parroquial y una comunidad de voluntarios que prestan su servicio en el marco de un equipo nuclear, muchas de estas nociones son también aplicables a otras organizaciones o estructuras parroquiales o escolares, e incluso a la misma familia.

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Brad Bursa is Director of Evangelization for the Stella Maris Family of Parishes in the Archdiocese of Cincinnati and adjunct professor of Theology at St. Thomas University (Miami, FL).

This article is from The Catechetical Review (Online Edition ISSN 2379-6324) and may be copied for catechetical purposes only. It may not be reprinted in another published work without the permission of The Catechetical Review by contacting [email protected]

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Current Issue: Volume 10.4

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