Jazyky

Franciscan at Home

Forming those who form others

Los tres papeles de los catequistas laicos: El catequista de parroquia

Llegué al papel de catequista parroquial en una fase ya muy avanzada de mi carrera. Durante toda mi vida adulta, me había desempeñado como profesor en una escuela católica y una parte de mi vocación incluía ser responsable de la catequesis. Desde la edad de veinticinco años, también había ejercido la responsabilidad catequética principal con nuestros propios hijos. Con tal peso de la experiencia, creía que trabajar con el programa catequético de la parroquia no sería demasiado retador. Quienquiera que haya trabajado en este apostolado reconocería cuán equivocado estaba. El contexto parroquial es totalmente único ya que los estudiantes con quienes nos encontramos enfrentan retos muy distintos sin el apoyo de una comunidad escolar. El catequista parroquial es también sujeto a expectativas extraordinarias y demandantes. Mientras que el padre de familia y el maestro de escuela católica tienen cierto grado de "control" sobre las circunstancias en las que se transmite la catequesis, esto no es el caso de los programas parroquiales con los que estoy familiarizado. A menudo los estudiantes asisten de mala gana; habiendo ya pasado el día completo en el aula de escuela, distan de llegar en estado receptivo. En algunos casos, los papás de ellos tampoco dan mucho apoyo, y a veces incluso son injustamente críticos. De hecho, fue en el marco de la catequesis parroquial que escuché por primera vez aquellas temidas palabras: "Solo voy a dejar que mi hijito pruebe esta clase; si le gusta, se puede quedar." Por lo visto, si el catequista no está "a la altura", se le privará al niño del tesoro más rico que se le puede ofrecer al ser humano: la proclamación del Evangelio de Jesucristo.

¿Cómo sobrellevar circunstancias como éstas? Para el catequista nuevo, es tentador intentar ser "emocionante" e "interesante" - para rápidamente quedar agotado. En última instancia, este enfoque fracasa porque la vocación de catequista parroquial nos trae cara a cara con la cruda realidad que hay un solo regalo que vale la pena dar: Jesucristo. El catequista de parroquia, primero y ante todo, es testigo de Cristo. Vale la pena recordar las palabras del Beato Pablo VI en su encíclica, Evangelii Nuntiandi: "El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan - decíamos recientemente a un grupo de seglares - o si escuchan a los que enseñan, es porque dan testimonio"[1]. Ningún programa y ningún recurso, no importa lo superlativo de la elaboración, puede reemplazar al catequista enamorado de Dios. El vivo ejemplo de esto es San Juan Vianney, cuyas lecciones catequéticas atraían todos los días a cientos de personas de todas las esferas sociales, y no solamente a los niños de la parroquia.

The rest of this online article is available for current Guild members.

Join the Guild today!

Dr. Gerard O’Shea, is a Professor of Religious Education at the University of Notre Dame, Australia, in Sydney. He is the author of Educating in Christ: A Practical Handbook for Developing the Catholic Faith from Childhood to Adolescence, For Parents, Teachers, Catechists and School Administrators. (Angelico Press, 2018). He and his wife Anne have five children, and seven grandchildren.

This article is from The Catechetical Review (Online Edition ISSN 2379-6324) and may be copied for catechetical purposes only. It may not be reprinted in another published work without the permission of The Catechetical Review by contacting [email protected]

Categorized Under
Issue: 

Articles from the Most Recent Issue

Free Mary’s Motherhood: A Healing Balm in Our Modern Times

There ’s something particularly mysterious about the motherhood of Mary. Her fiat that shook the whole world as the uncontainable God chose to be contained within her womb. Her prompting at the wedding at Cana, “do whatever he tells you,” echoing through generations as if she is saying it directly to us. Her overwhelming trust in God as she endured... Read more

Free The Eucharist and Our Call to Mission

What does it mean to receive the Eucharist, to enter into communion with Jesus? We catechists can be so (rightfully!) focused on explaining how the Eucharist is Jesus himself that we might not spend time with our students considering the ramifications of receiving this divine gift. What does receiving the Eucharist mean for us? Is it for our personal spiritual... Read more

The Passover and the Eucharist as Redemptive Sacrifices

I suspect that most Catholics who have some familiarity with the Bible and the Eucharist could tell you that the Eucharistic celebration, rooted in the Last Supper, has connections with the Passover of Exodus and Jewish practice. We know that Jesus celebrated the Last Supper in the context of the Passover Feast and that he and his apostles used some... Read more
Designed & Developed by On Fire Media, Inc.