En el Evangelio, leemos que se le acercaron a nuestro Señor sus apóstoles para pedirle, “¡Señor, enséñanos a orar!” (Lc 11, 1). En respuesta a esta solicitud, nuestro Señor enseñó a la primera comunidad de sus discípulos cómo debemos de comunicarnos con el Señor Creador del universo, alguien a quien no podemos ver, alguien cuya voz no podemos oír de forma audible, y sin embargo con quien somos llamados a entrar en relación. Jesús les enseñó el Padre Nuestro a sus primeros discípulos.
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