Durante muchos años, me preguntaba por qué hablábamos de ser salvados por la Pasión de Nuestro Señor. Me parecía tan raro decir eso. Se me hacía más fácil comprender cómo los milagros y sanaciones, y la enseñanza divina de Jesús podrían ser importantes para nuestra salvación. Sus milagros nos revelan su Divinidad y nos ayudan a hacer un acto de fe en El, mientras sus enseñanzas nos guían en el camino hacia el Cielo. Y sabemos, por supuesto, que es efectivamente toda la vida de Cristo – su Encarnación, Nacimiento, Ministerio, Muerte y Resurrección – que nos salva. Sin embargo, ¿por qué será que hablamos de su Pasión como enfoque y núcleo de esta obra redentora?
Inicialmente lo que me ayudó a comprender algo de esto fue a través de un libro descomunal, The Stature of Waiting (La estatura de la espera) de W.H. Hanstone. El autor se había interesado en un detalle insólito de los Evangelios: el hecho que la palabra griega para describir la actuación de Judas no era la palabra ordinaria para expresar una traición, sino una palabra distintiva, ‘paradidomi’, que significa ‘entregar’. De las treinta y tres ocasiones en que se menciona su acción, solo una vez se refiere a Judas como traidor de parte de uno de los Evangelistas. La consistencia con la que se utiliza el verbo ‘entregar’ nos señala lo central e importante que es este concepto. ‘El fue entregado’ marca claramente el inicio de la Pasión.
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