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Forming those who form others

RICA & Formación en la Fe para Adultos: Ritos mayores, gracia mayor: agua viva para el camino del RICA

Book of the GospelsEn el Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos, hay varios aspectos de la formación y muchas piezas móviles que contribuyen todos a la formación general de los catecúmenos y candidatos. El aspecto pastoral de la formación se ocupa del desarrollo global del discipulado de los catecúmenos, mientras que el aspecto catequético les ayuda a llegar a conocer la Palabra de Dios y a forjar una relación íntima con Jesucristo. Sin embargo, a veces es fácil olvidar que el RICA es un rito litúrgico y que los ritos litúrgicos proporcionan la gracia y el poder sobrenatural que transforma a los catecúmenos para que sean más como Cristo y les hace entrar en la vida de gracia. Por lo tanto, es de importancia crítica que comprendamos y que implementemos plenamente todos los ritos litúrgicos que nos proporciona la Iglesia en el proceso del RICA para poder formar efectivamente discípulos de Jesucristo para toda la vida.

La Liturgia: la gracia que impulsa el proceso del RICA

Primero, debemos de comprender que el Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos es precisamente eso – un ritual litúrgico. Son los ritos litúrgicos que impulsan el proceso, desde marcar el movimiento de los catecúmenos a partir de una etapa hacia el otro, hasta prodigar la gracia de Cristo y de la Iglesia a los catecúmenos al ir ellos avanzando por el camino gozoso (aunque sea, en ocasiones, largo y difícil) del RICA. Sin esta gracia y ayuda sobrenatural –el agua viva que impulsa todo el proceso – corremos el riesgo de que se formen catecúmenos que no estén adecuadamente preparados y fortalecidos por la gracia de Dios para vivir la vida de cristianos.

Al abordar estos ritos litúrgicos, podemos distinguir entre dos tipos específicos de ritos que la Iglesia nos da en el proceso del RICA. El primero es denominado un “rito mayor” que incluye “los momentos de mayor importancia o densidad en el camino de la iniciación” (RICA, 6)[1]. Unos ejemplos incluyen el Rito de Admisión en el Catecumenado que comienza con la Etapa del Catecumenado. Otro sería el Rito de la Elección o de la Inscripción del Nombre que comienza con la Etapa de Purificación e Iluminación; y el último de los ritos mayores es la recepción de los Sacramentos de la Iniciación durante la Vigilia Pascual. Estos ritos proporcionan la gracia y el auxilio de la Iglesia al ir progresando los catecúmenos de una etapa del proceso al otro.

El RICA también ofrece una variedad de otros ritos litúrgicos llamados “ritos menores” que pertenecen a otras etapas distintas del RICA. Aunque estos ritos se denominen “ritos menores” para distinguirles de los “ritos mayores” que coinciden con los pasos litúrgicos principales del proceso, estos ritos menores de ninguna manera deben de descuidarse, ya que son parte crítica e indispensable del proceso general del RICA. Estos ritos menores están, de hecho, llenos de una gracia mayor que auxilia, fortalece, sana y capacita a los catecúmenos en su camino hacia la plenitud de la vida en la Iglesia Católica. Lo fundamental es que todo proceso RICA que sea plenamente efectiva debe de emplear ambos ritos - menores y mayores – para fomentar el desarrollo pleno y fructífero de discipulado en los catecúmenos. Exploremos ahora con mayor detalle a los ritos menores del proceso del RICA y cómo podemos celebrar estos ritos con la mayor efectividad.

Los Ritos Menores pertenecen a la Etapa del Catecumenado

Hay cierta cantidad de ritos litúrgicos menores que la Iglesia, en su cuidado maternal, proporciona para prodigar la gracia a los catecúmenos en su caminar por la Etapa del Catecumenado: “Por medio de ritos sagrados celebrados en tiempos sucesivos, se les conduce hacia la vida de la fe, de la adoración y de la caridad propia al pueblo de Dios” (RICA, 76)

Celebraciones de la Palabra de Dios (RICA, 81-89)

El primer tipo de rito menor que pertenece a la Etapa del Catecumenado son las Celebraciones de la Palabra de Dios. Estas ayudan a que los catecúmenos se familiaricen con la Palabra de Dios que se escucha, se celebra y la que se contesta en la vida de la Iglesia. Como declara el rito, “Entre los ritos que pertenecen a la Etapa del Catecumenado, entonces, las celebraciones de la Palabra de Dios son las que más destacan” (RICA, 79).

Las celebraciones de la Palabra de Dios pueden utilizarse en varios momentos durante la Etapa del Catecumenado, pero son de particular eficacia cuando se celebran en relación con las sesiones catequéticas (RICA, 84). Es provechoso comenzar las sesiones catequéticas con una celebración de la Palabra de Dios, eligiendo textos bíblicos relacionados con el tema que se enseña. Esto permitirá que las verdades de la Revelación de Dios lleguen al corazón y a la mente de los que reciben la instrucción, ya que “la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de doble filo: ella penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Heb 4, 12).

Estas celebraciones de la Palabra de Dios modelan estrechamente a la Liturgia de la Palabra que se celebra en la Santa Misa (el Rito da un modelo de cómo llevar a cabo una celebración de la Palabra de Dios en el RICA, 85-89). Esto les ayuda a los catecúmenos a que no solamente tengan un encuentro con la Sagrada Escritura, sino que también les ayuda a comenzar a comprender y familiarizarse con la celebración de la Liturgia como la vive y ora la comunidad de los fieles.

Las Celebraciones de la Palabra de Dios pueden llevarse a cabo en el marco del Día del Señor (RICA, 83). A menudo esto se concreta cuando se despiden a los catecúmenos de la asamblea después de la Liturgia de la Palabra para mayor reflexión y estudio de las lecturas bíblicas. También se pueden efectuar Celebraciones de la Palabra de Dios con objeto de explicar los signos y el sentido de los tiempos litúrgicos y días de fiesta del ciclo litúrgico de la Iglesia al leer y reflexionar sobre las lecturas bíblicas del día o relacionadas con el tiempo litúrgico (RICA, 82).

Los exorcismos menores (RICA, 90-94)

Cuando se escucha la palabra ‘exorcismo’, la mayoría de las personas piensan de inmediato en alguien siendo liberado de la posesión demoníaca. Sin embargo, el término ‘exorcismo’ puede tener diferentes sentidos y funciones en la vida de la Iglesia. Mientras que un exorcismo ‘formal’ se dirige a la opresión o posesión demoníaca, los exorcismos menores, como en el caso del RICA, piden a Cristo y a la Iglesia su ayuda con la lucha entre la carne y el espíritu para auxiliar a los catecúmenos en sus esfuerzos por convertirse del pecado para vivir en la libertad de Cristo. Como explica el Ritual:

Atraen la atención de los catecúmenos hacia la naturaleza verdadera de la vida cristiana, la lucha entre la carne y el espíritu, la importancia de la abnegación para alcanzar la bienaventuranza del reino de Dios, y la necesidad incesante de la ayuda de Dios (RICA, 90).

Un buen ejemplo de esta ayuda divina para los catecúmenos se hace patente en una de las oraciones: “Líbralos de todos los males y de la esclavitud del enemigo; aparta de ellos el espíritu del error maligno y guárdalos contra el error y el pecado, para que ellos puedan convertirse en templo de Tu Santo Espíritu.”

Las bendiciones de los catecúmenos (RICA, 95-97)

Estas bendiciones revelan el amor de Dios y el cuidado maternal de la Iglesia en el caminar de los catecúmenos hacia la plenitud de la vida cristiana. El rito lo explica como sigue:

Las bendiciones se confieren a los catecúmenos para que, aunque todavía no poseen la gracia de los sacramentos, aun así, puedan recibir de la Iglesia la valentía, el gozo y la paz al proceder por el viaje difícil que han iniciado (RICA, 95).

Un ejemplo poderoso de una de las bendiciones: “Te damos gracias por estos catecúmenos a quienes has llamado. Fortalécelos en la fe, para que te conozcan a Ti, único Dios verdadero, y al que enviaste, Jesucristo.”

La unción de los catecúmenos (RICA, 98-102)

Este rito, que utiliza el Óleo de los Catecúmenos, no solamente anticipa su próximo bautismo, sino también le confiere a los catecúmenos la gracia para su conversión constante hacia Cristo para vivir en la libertad de Cristo toda su vida. Como declara el rito:

La unción con óleo simboliza su necesidad de la ayuda y fortaleza de Dios, para que, sin inmutarse por las ataduras del pasado, y superando la oposición del demonio, ellos tomarán abiertamente el paso de profesar su fe y se mantendrán inquebrantablemente firmes en ella (RICA, 99).

Durante la unción, se le ungen la frente y las manos de los catecúmenos con el Óleo de Catecúmenos para fortalecerles la fe, tanto en el conocimiento como en la acción. Además, la unción de los catecúmenos puede realizarse durante el catecumenado como grupo o según sea la necesidad de forma individualizada.

La celebración de los Ritos Menores durante el catecumenado

Como podemos ver, estos ritos menores proporcionan a los catecúmenos una abundancia de gracia y de poder sobrenatural al ir ellos avanzando en la vida cristiana. Estos ritos menores deberían de darse a los catecúmenos frecuentemente durante esta etapa. Los exorcismos menores y las bendiciones se pueden dar al inicio de las sesiones catequéticas en el contexto de una celebración de la Palabra de Dios, o al final de las sesiones catequéticas, o incluso después de concluir la lectura y estudio de la Palabra de Dios los domingos.

Los Ritos Menores pertenecen a la Etapa de Purificación e Iluminación

La Etapa de Purificación e Iluminación es la última en la preparación para los Sacramentos de la Pascua, y esta etapa proporciona ritos menores que preparan a los elegidos para acoger y vivir plenamente la vida cristina. Estos ritos son esenciales e insustituibles en abrir el corazón y la mente de los catecúmenos para recibir la gracia de los sacramentos y para convertirse en discípulos intencionales de Jesucristo.

Los Escrutinios (RICA, 141-146)

Los escrutinios tienen una importancia central en la Etapa de Purificación e Iluminación. Estos ritos se llaman escrutinios porque llaman a los Elegidos a “escrutar” su vida a la luz de la Fe por medio de la introspección y del arrepentimiento para ayudarles a apartarse del pecado y volverse hacia Cristo, su Salvador. Los escrutinios se celebran el Tercer, Cuarto y Quinto Domingo de Cuaresma. Aunque sean muy sencillos, los escrutinios son de una profunda importancia: “Estos ritos, por lo tanto, deberían de completar la conversión de los elegidos y profundizar su resolución por aferrare a Cristo y llevar a cabo su decisión de amar a Dios por encima de todo” (RICA, 141).

Los elegidos deberían de ser lo suficientemente preparados para la celebración de los escrutinios por medio de una catequesis efectiva centrada en las lecturas del Evangelio relacionadas con cada escrutinio y en la gracia y el poder que se les ofrece en estos ritos. ¡No se deje engañar por la simplicidad de estos ritos! Estos son ritos poderosos y transformadores con gracia mayor los cuales deberían de celebrarse en un ambiente de oración y de manera digna con una cuidadosa preparación catequética y litúrgica.

Las Entregas

Además de los escrutinios, la Iglesia también ofrece a los elegidos las entregas del Símbolo y de la Oración Dominical para darles la preparación para vivir plenamente la vida cristiana. De preferencia, estas entregas deberían de celebrarse en el marco de la Misa en presencia de una comunidad de fieles para que los elegidos puedan beneficiar del apoyo de la comunidad cristiana. Según explica el rito:

Así, terminada la formación catecumenal de los elegidos, la Iglesia les encomienda amorosamente el Símbolo y la Oración Dominical, antiquísimos documentos que siempre se han considerado como la expresión del corazón de la fe y de la oración de la Iglesia (RICA, 147).

El Símbolo se entrega en la semana que sigue al primer escrutinio. La entrega del Símbolo prepara a los elegidos para la adopción plena de su fe en Cristo y en la Iglesia y para que el Símbolo se convierta en su regla de vida. Según explica el rito, “El Símbolo, al recordar las grandezas y maravillas de Dios para la salvación de los hombres, inunda el entendimiento de los elegidos con la luz segura de a Fe” (RICA, 147). Durante la entrega, los elegidos reciben una copia del Credo de Nicea, acompañada de las siguientes palabras: “Mis queridos amigos, escuchen cuidadosamente las palabras por las cuales serán justificados. Las palabras son pocas, pero los misterios que contienen son grandes. Recíbelas con el corazón sincero y sean fieles a ellas”.

La Oración Dominical se entrega en la semana que sigue al tercer escrutinio. Se les entrega a los elegidos una copia del Padre Nuestro para recordarles que, “La Oración Dominical les llena con el entendimiento más profundo del nuevo espíritu de adopción por el cual llamarán a Dios como su Padre, especialmente en medio de la asamblea eucarística” (RICA, 147).

Los Ritos de Preparación (RICA, 185-205)

Por último, la Iglesia les proporciona a los elegidos varios ritos menores que se celebran el Sábado Santo y que sirven de preparación próxima para la celebración de los Sacramentos de Iniciación. Lo ideal es que el Sábado Santo sea un tiempo de oración en silencio y preparación para la Vigilia Pascual. Conforme con este espíritu, los ritos de preparación pueden celebrarse por la mañana o hacia el final de la tarde u otro horario que se acomode a las necesidades de la comunidad.

El primer rito de preparación el Sábado Santo es la Recitación del Símbolo en la que los elegidos reciten formalmente el Credo por primera vez en preparación para su Bautismo (RICA 193-196). La segunda es el Rito del Effetá, que proviene de la palabra hebrea “Ábrete”, haciendo eco de las palabras de Jesús quien sanó al sordomudo (Mc 7,31-37). Ésta es una bendición sobre la boca y las orejas “a fin de que proclames la fe que escuchaste, para alabanza y gloria de Dios” (RICA, 197-199). Por fin, hay un rito opcional, la Elección del Nombre Cristiano para aquellos que deseen elegir un nuevo nombre bautismal (RICA, 200-202).

Agua viva para el camino

Como hemos visto, el aspecto litúrgico del RICA impulsa todo el proceso de conversión y proporciona la gracia y el ‘combustible’ sobrenatural que promueve la plena conversión de por vida de los catecúmenos. Como pastores, equipos o directores de RICA, es imperativo que comprendamos e implementemos tanto los ritos litúrgicos mayores como los ritos menores con tal de no privar a los catecúmenos del agua viva que la Iglesia ofrece a lo largo de su camino de entrada a la Iglesia Católica y a su nueva vida en Cristo.

Lucas Pollice, MTheol es Profesor Asociado de Teología y Catequética y Director de Desarrollo Curricular en el Augustine Institute en Denver, Colorado.

Note

[1] C.f. La numeración de los párrafos utilizados en este artículo corresponde al documento Rite of Christian Initiation of Adults. Introductory Material, [Accessed 31 December, 2022 at liturgyoffice.orguk/Resources/Rites/RCIA.pdf]. Para consultar el Ritual en lengua española, se sugiere: Conferencia del Episcopado Mexicano (1997). Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos. México, DF. Obra Nacional de la Buena Prensa, A.C. Cabe mencionar que no todos los párrafos traducidos al español en este artículo corresponden al mismo número de párrafo en el Ritual del Episcopado Mexicano. [Nota del Traductor]

Lucas Pollice, M.T.S. is the Director of Program Development and Implementation and Associate Professor of Theology and Catechetics at the Augustine Institute in Denver, CO. 

This article is from The Catechetical Review (Online Edition ISSN 2379-6324) and may be copied for catechetical purposes only. It may not be reprinted in another published work without the permission of The Catechetical Review by contacting [email protected]

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Current Issue: Volume 10.4

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