En esta serie sobre los milagros de Jesús, hemos estado explorando toda la cuestión sobre la posibilidad de milagros al examinar el enfoque de C.S. Lewis. Hemos visto que el concepto de que la Naturaleza explica todo lo que existe es al final insostenible. La razón, o la racionalidad, no puede ser explicada dentro de la relación de causa y efecto de los procesos naturales. La racionalidad es algo fuera de la Naturaleza, actuando sobre la misma – dándole sentido y propósito.
Desde la base de la experiencia humana de la racionalidad que actúa desde fuera sobre la Naturaleza, Lewis analiza si esto debería de describirse correctamente como una “invasión”. Cuando vemos los resultados reales de la interacción de la Naturaleza y la Racionalidad, cuando la Racionalidad penetra a la Naturaleza, entonces se le da orden, propósito y sentido a la Naturaleza. La Naturaleza de por sí no proporciona esto. Solo proporciona una serie de eventos que siguen a otros eventos. No le da sentido a los eventos. Para eso, se requiere un acto de la Razón. Cuando la Naturaleza intenta subsumir a la Racionalidad dentro de sí, convirtiendo la razón en un mecanismo ciego, entonces la Naturaleza logra no solo destruir a la razón, sino que en el fondo, también se destruye a sí misma – se condena a estar sin propósito ni razón. (Afortunadamente, dice Lewis, los Naturalistas a menudo se olvidan de la teoría que sostienen, actuando de manera humana y racional.)
Todo esto conduce a la conclusión de que la mejor explicación de cómo son las cosas es que Dios es el Creador y el origen sobre la cual todas las demás cosas dependen. La Naturaleza tiene su orden y su propósito, pero esto es algo derivado, algo que recibe desde fuera, por así decir. No es intrínseco a la Naturaleza.
Si la Naturaleza es, en esencia algo creado, y por lo tanto algo a que Dios le haya dado sentido y propósito, ¿entonces por qué habrá necesidad de una nueva intervención de Dios?
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